Un hecho está sacudiendo a la sociedad mexicana. Se trata del caso de la muerte de Paloma Nicole, de 14 años, quién perdió la vida a causa de la obsesión de su madre por las cirugías, después de que su padrastro, el cirujano Víctor Manuel Rosales Galindo, le practicara un aumento de busto y lipo.
Paloma Nicole nació el 31 de enero de 2011 en Victoria de Durango, Durango, hija del arquitecto Carlos Said Arellano Aragón y de Paloma Yazmín Escobedo Quiñónez. Aunque sus padres se separaron cuando ella era muy pequeña, ambos la criaron juntos.
Para el padre de Paloma Nicole, la tragedia inició el 11 de septiembre de 2025, cuando la madre le dijo que la niña "se sintió mal en la escuela" y que en el Hospital Fátima supuestamente dio positivo a COVID. Con esa excusa le mintió diciéndole que viajarían 4 días a la sierra.
Lo que el padre de Paloma Nicole no sabía es que su madre, junto a su esposo, el cirujano Víctor Manuel Rosales Galindo, habían planeado algo muy distinto. El final de la vida de su pequeña hija estaba muy cerca.
Ese fin de semana la adolescente, de apenas 14 años, sería sometida a tres cirugías: aumento mamario, liposucción y lipotransferencia a los glúteos. Un "regalo" por los 15 años que cumpliría en enero de 2026, que competía con el viaje a Europa que su padre biológico le había preparado.
El 12 de septiembre de 2025, sin que su padre lo supiera, Paloma Nicole, fue ingresada a una clínica privada de Durango donde la operaron, pese a que la FDA y organismos internacionales advierten que en menores no deben hacerse cirugías estéticas.
Tras la cirugía, en recuperación, el cuerpo de Paloma Nicole no resistió y comenzó a fallar. Su presión se desplomó, su cerebro dejó de responder, entrando en paro cardiorrespiratorio y tuvieron que llevarla de urgencia a terapia intensiva.
Tres días después, el 15 de septiembre a las 3 de la tarde, Carlos Said Arellano recibió la llamada de la madre de Paloma Nicole: “Tu hija está muy mal”. Al preguntar la razón, ella no le explicó nada, sólo le pidió que fuera de inmediato al Hospital Santa María
Al llegar, el padre vio a su hija -quien fuera una exitosa atleta- intubada. Le informaron que, “a causa del COVID”, había sufrido un paro respiratorio que le provocó inflamación cerebral y se le había inducido un coma.
El viernes 19 de septiembre, una semana después de la cirugía estética, los médicos decidieron extubarla. Pero, esa misma noche, la salud de Paloma Nicole, se agravó, siendo declarada con muerte cerebral, por lo que decidieron desconectarla.
Mientras Carlos Said abrazaba a su hija para despedirse, notó algo extraño. De la clavícula de la adolescente se asomaba un corpiño inusual, que parecía quirúrgico. En shock, decidió no decir nada... y sólo la abrazó por última vez.
Paloma Nicole Arellano Escobedo partió de este mundo el viernes 19 de septiembre de 2025 a las 19:00 horas.
Dos minutos después, el médico tratante entregó el certificado de defunción, en el cual se asentó como causa de la muerte edema cerebral, encefalopatía hipóxica y bradicardia, omitiéndose por completo la terrible verdad que el padre aún desconocía.
Aún con dudas por el corpiño que portaba su hija, la tarde del domingo 21 de septiembre, durante el servicio funerario, Carlos Said Arellano se armó de valor. Acompañado de su madre, hermana y cuñada, decidió cerrar la capilla de velación y revisar el cuerpo de su pequeña.
Al descubrir la parte superior del cuerpo de Paloma Nicole, la terrible verdad quedó expuesta: su cuerpo sin vida tenía implantes mamarios, cuatro recientes y huellas de la cirugía. La obsesión de su madre por las cirugías la alcanzó, había sido operada en secreto.
Sin decir nada a los presentes en la capilla funeraria, Carlos Said se trasladó a la instalaciones de la Fiscalía de Durango, donde denunció los hechos, por lo que el cuerpo de la adolescente fue trasladado para ser sometido a la necropsia de ley.
Asimismo, el padre denunció en sus redes sociales la negligencia medicada por la que falleció su hija, lo que de inmediato alertó a medios de comunicación y la sociedad duranguense, que hoy exigen justicia.
La mañana siguiente, lunes 22 de septiembre, Joel Fernández Saracho, titular de COPRISED en Durango, declaró que en México no hay edad mínima para someterse a cirugías estéticas. Sin embargo, nada dijo de la obligación de los médicos de exigir consentimiento informado de los tutores.
Esa misma tarde, en la Catedral de Durango, cientos de personas se reunieron para despedir a Paloma Nicole. Su padre se aferró al ataúd que guardaba el cuerpo de su pequeña hija, entre lágrimas y exigencias de justicia.
Paradójicamente, mientras se celebraba la misa, la madre Paloma Yazmín Escobedo Quiñónez y su esposo, el cirujano Víctor Manuel Rosales Galindo, cerraban sus redes sociales, ocultándose de una sociedad que exige justicia.
Sonia Yadira de la Garza Fregoso, fiscal general de Durango, informó que, según el Hospital Santa María, al momento de su fallecimiento, Paloma Nicole el viernes 20 de septiembre, llevaba 3 días internada por complicaciones respiratorias. Sin embargo, tenía una semana por las complicaciones de una cirugía estética que la llevaron a la muerte.
Pese a la omisión de cuidados y el riesgo de fuga de la madre y su esposo, la fiscal de Durango afirmó que decidirá sobre su detención hasta dentro de 15 o 20 días, cuando estén los resultados de la necropsia.
Lo más aberrante es que la madre de Paloma Nicole, sin ser médico ni enfermera, asistía en quirófano a su esposo. Esto ha levantado sospechas sobre las prácticas irregulares que llevaba a cabo el galeno.
Paradójicamente, según comentan en redes sociales, hace 10 años murió ahí mismo la madre del conocido miembro del Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Trinidad Galindo Lugo Durante, una liposucción realizada por su propio hijo, tras una supuesta mala aplicación de anestesia.
La muerte de Paloma Nicole ha levantado un debate en redes sociales sobre las cirugías estéticas en menores de edad. Miles exigen la creación de la “Ley Nicole”, pues en México la ley no prohíbe estas prácticas, mientras que en Colombia están prohibidas desde 2016.
Las cirugías estéticas en menores no son un “regalo”, son un riesgo que puede costar la vida.
