El Estadio Azteca, actualmente en plena remodelación para adecuarse como sede del Mundial 2026, podría ver un acuerdo emergente entre los concesionarios de sus palcos y la FIFA. De concretarse, los titulares conservarían el uso de sus espacios durante los partidos, mientras que la FIFA mantendría el control total de las operaciones del recinto para el torneo.
Esta negociación representa una salida prometedora a un conflicto que se ha extendido desde hace varias décadas. La disputa se basa en que dichos palcos fueron vendidos en los años sesenta con contratos de usufructo por 99 años, lo cual ha permitido a los inversionistas utilizarlos en eventos relevantes, incluidos los Mundiales de 1970 y 1986. La FIFA, por su parte, pretende tener el control exclusivo de los recintos anfitriones desde 30 días antes del inicio del torneo hasta siete días después de su conclusión.
Durante el Mundial de 1986, la Federación Mexicana de Fútbol logró sortear la controversia mediante la construcción de nuevas áreas de palcos, independientes de los ya vendidos, y así preservar los derechos de los propietarios originales.
Si este nuevo pacto avanza, reflejaría una estrategia de colaboración: los dueños mantendrían acceso a sus palcos, mientras la administración del estadio asumiría la adecuación de esos espacios para cumplir con las exigencias de la FIFA, incluyendo zonas «VIP» y «Hospitality».
