Las elecciones del pasado 6 de junio nos han dejado a los mexicanos un buen sabor de boca por la manera tersa en que transcurrieron, primero porque fue una verdadera jornada cívica donde los ciudadanos participaron de manera clara y contundente, una jornada que fue limpia y que, a pesar del gran número de los partidos políticos, que eran 23, se llevó a cabo en paz y calma.

La fiesta democrática salió bien, ahora los cómputos tendrán sus bemoles, pero la verdad, para el grado de inseguridad que hemos estado viviendo, en verdad fue una buena jornada.

Hay cosas que, creo, nos enseñan de primera mano la elección; primero que el presidente del país ha logrado dividir en dos a los mexicanos y que las clases medias y las clases altas están en contra de la política de la “cuarta trasformación” de manera frontal, prueba de ello es que más del 50% de la población salió a votar y fueron las clases arriba de la media las que más votaron y, desde luego, hicieron la diferencia.

El golpe fuerte para la cuarta trasformación no se dio en la Cámara de Diputados, que era lo que se esperaba, sino en la ciudad de México, que era el corazón del partido en el poder, donde la mitad de las alcaldías de la ciudad pasaron a manos de la coalición Va por México.

La coalición de los tres partidos que fueron hegemónicos antes de la elección del 2018, y que juntos lograron bastantes triunfos a pesar de que, en verdad, no fueron todos los que se esperaban; la coalición que, desde luego, funcionó primordialmente en la ciudad de México, pero no en el resto del país donde Morena se queda con once de las quince gubernaturas en disputa. Ese resultado, viéndolo en particular, nos señala un fracaso grande de la coalición y, desde luego, un triunfo de Morena.

Si bien el partido en el poder perdió 13 millones de votos, lo que es una realidad, eso no quiere decir que perdió más del 2% de curules que en la legislatura anterior y el presidente, en su “mañanera”, dijo que será fácil lograr la mayoría calificada para cambiar la Constitución. Eso es harina de otro costal y no creo que sea tan fácil sin usar el poder del Estado, a través de la unidad financiera, para doblegar a varios de los diputados nuevos que tienen cola que les pisen y acabarían de esa manera con sus carreras políticas.

Aquél que traicione a la coalición, llámese como se llame, quedará como un traidor y contará con el rechazo de las clases medias que lo llevaron al poder. La fuerza en contra de todo pronóstico que las clases medias han tomado después de la elección, es verdaderamente importante, y quien no lo quiera ver estará condenado a fracasar.

La clase media en México se ha empoderado con esta elección como el verdadero equilibrio con el poder presidencial, si bien podríamos decir que representado por la coalición Va por México, lo que no quiere decir que este sector de la población va a obedecer en todo a esa coalición. Creo que la verdadera fuerza es de la sociedad civil y el propio presidente se está dando cuenta de eso; prueba de ello es que hoy hace ocho días que le empezó a bajar intensidad en las “mañaneras” a su crítica y golpeteo.

Quien diga que ganó la elección, la verdad es que está haciendo una farsa, Morena perdió 13 millones de votos, pero quedó casi con el mismo número de diputados, y el PRI y el PAN perdieron todas su gubernaturas, con excepción de Chihuahua, y si bien tienen más diputados, no son los suficientes para presionar, y al que peor le fue, es al PRD que puede hasta perder el registro si no alcanza el 3 %.

El fenómeno social de la elección del seis de junio hay que estudiarlo. Si uno analiza las encuestas serias, verá que el número de indecisos creció conforme se acercaba la elección y el famoso voto útil fue el fenómeno que decidió muchas de las candidaturas.

Podemos decir que, a pesar de lo que señalaban las encuestas, al final los morenistas votaron en los estados que estaban a punto de perder y la sociedad civil buscó el voto útil de manera importante.

Quizá muchas veces, sin entender verdaderamente lo que este fenómeno significa, todo mundo hablaba de él y buscaba quién de la oposición era el segundo en discordia para votar por él; así se decidieron muchas presidencias municipales (que es la elección que está más cerca de la gente) y hay fenómenos rarísimos como el de Cuernavaca, donde gana el PAN la Presidencia Municipal, el primero y el segundo distritos locales, pero el diputado federal de Morena, que ni campaña hizo, arrasa dejando al panista y al priista muy lejos. Son fenómenos que hay que estudiar porque es importante entender el porqué de las cosas. Ahora que estamos en los cómputos y empezará la judicialización de la elección, debemos de estar atentos porque muchas cosas pueden cambiar, así como en la selección de los plurinominales, que serán fundamentales para el funcionamiento de las cámaras.

Así las cosas, fue una elección clara y con bemoles nuevos y atractivos. ¿No cree usted?

Por Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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