Ayer se inauguró la exposición Códices de México Memorias y Saberes, organizada por el Instituto de Cultura de Cuernavaca, que dirige la Dra. Lourdes Bejarano Almada, exposición en la que podemos ver 50 códices mexicanos.

Las maravillas que desde el mundo mesoamericano tenemos en México son en verdad una experiencia única.

Los códices de México se dan cita en el museo de nuestra ciudad, en una exhibición que ofrece al público en general un acercamiento a las copias de algunos de los ejemplares conservados de un sistema de escritura representativo de la cultura mesoamericana, los cuales, por su legado, fueron registrados en 1997 como Memoria del Mundo.

Descifrar el pasado nos da un panorama de por qué el mundo es como es.

Los códices de México son el conocimiento de una realidad histórica; estos documentos pictóricos son una fuente primaria de la que disponemos hoy en día sobre las culturas prehispánicas, y las primeras relaciones entre los pueblos aborígenes y los españoles.

Se presenta el increíble mundo de los códices con más de cuarenta piezas, que nos permitirán conocer sobre aspectos culturales, sociales, económicos y políticos del México antiguo.

En esta primera exposición se presentan códices tan importantes como el Códice Martín de la Cruz Badiano, que es considerado el primer herbario ilustrado hecho en América; elaborado a mediados del siglo XVI, también se le conoce como Libellus de Medicinaalibus Indorum Herbis, o librito sobre las hierbas indígenas medicinales. Es una recopilación extraordinaria de plantas y remedios utilizados por los indígenas mexicanos.

Dicho códice fue mandado hacer por Francisco de Mendoza, hijo del primer Virrey de la Nueva España, quien encargó su elaboración al médico nahua Martín de la Cruz, quien en ese tiempo colaboraba en el Colegio de Santa Cruz Tlatelolco. El indígena xochimilca Juan Badiano tradujo el manuscrito del náhuatl al latín.

Una vez terminado el documento, Francisco de Mendoza lo envió a España en 1552 como regalo al rey Felipe II. En 1902 se incorporó al acervo de la biblioteca del Vaticano. En 1991, tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, el Papa Juan Pablo II lo devolvió a nuestro país bajo el resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Otro de los códices que podemos admirar es el Códice de Azoyu número 1, el cual relata la parte de la historia de Tlapachinolan, en la región de la montaña de Guerrero. En él, en la parte de atrás se ve una narración relacionada con sus primeros gobernantes, entre ellos los señores Bandera de Plumas de Quetzal, Conejo y Lluvia, y contienen la genealogía de sus gobernantes y su relación con otros señoríos, sus escenas históricas continúan hasta el siglo XVII. Se sabe que fue presentado en un pleito judicial para dirimir a los legítimos propietarios del cacicazgo de la provincia de Tlapa: Pedro de Alvarado y Juan Maldonado.

Ese códice debe su nombre a un pueblo de la costa chica de Guerrero, en el que permaneció hasta 1940, cuando el Instituto nacional de Antropología e Historia tuvo noticias de él; Don Alfonso Caso lo depositó en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Otro, nada más para ejemplo, es el Códice Porfirio Díaz, el cual describe batallas, conquistas y rituales, y tiene una sección calendárica ritual que se lee de izquierda a derecha y que lo relaciona con otros códices de temas adivinatorios. En sus páginas se plasmó en diversos eventos de los señores cuicatecos Mano que Causa Temblores y Pasajuego, además de un guerrero que se casó con la hija del primero, conocido como Señor Serpiente, originario de Tutepetongo. 

En el manuscrito es posible identificar la conquista de cada uno de los pueblos por la fecha cercana a la imagen del lugar. 

Perteneció este códice a la familia Avendaño, del pueblo de Tutepetongo, ubicado en la cañada de Cuicatlán en Oaxaca, después lo compró un español de apellido Pérez Calderón. El historiador oaxaqueño Manuel Martínez Gracida intervino para que lo adquiriera la Junta Colombina, que preparaba un libro conmemorativo del cuarto centenario del descubrimiento de América. Su nombre deriva del apoyo que el Presidente Díaz otorgó para la realización de dicho evento celebrado en Madrid, España en 1882. 

Al mismo tiempo podremos ver el Mapa Cuauhtinchan No. 3, el Lienzo de Coixtlhuaca, el Códice Huichapan, el Códice Boturini, el Códice Huamantla, el Mapa Sigüenza, el Códice García Granados, el Lienzo de Tlaxcala, el Códice Colombino y los tributos de Santa Cruz Tlamapa entre muchos otros. 

Es una maravillosa exposición que sólo estará hasta el primero de septiembre; no hay que perdérsela. ¿No cree usted? 

Hoy a las cinco de la tarde se inaugura la exposición Sueños y Deseos, del maestro Héctor Ponce de León, en el segundo piso del Museo de la Ciudad, extraordinaria también. No se la puede perder. Ahí nos vemos. 

 

Teodoro Lavín León
lavinleon@gmail.com   Twitter: @teolavin

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