1.
Entre viernes y sábado se llevó a cabo el Tercer Coloquio en Creación Artística del Centro Morelense de las Artes (CMA), organizado por los responsables del área de investigación y posgrados, equipo encabezado por la Dra. Estela Vázquez. Adelanto que el mismo, disponible para consulta en la página web y el Facebook de la institución no tiene desperdicio, si uno quiere tomarle la temperatura al nivel con el que nos presentamos los morelenses ante el mundo académico global.
Subtitulado como “Bitácora de un corredor en encierro”, el encuentro puede entenderse como la memoria de las tensiones generadas por el confinamiento debido a la pandemia SARS-COVID-2, además del proceso natural de investigación a que está obligado cualquier “maestrante” al final de semestre.
Y aquí hay que agradecer que a pesar de la situación que se vive al interior de la institución por el reciente cambio de la titular de la rectoría, se hayan privilegiado el rigor académico y el compromiso profesionales en el encuentro. Larga vida al CMA por la seriedad de su cuerpo académico. Una institución que se precie de ser seria, debe estar preparada para superar las crisis recordando su esencia y la trayectoria de sus egresados.
2.
Entrando en el tema, destaco el concepto de proceso creativo. Como bien sabe usted, querido lector, cualquier proceso creativo es inextricable por completo, quedando a la luz del consciente sólo ciertas ideas que explican cómo se fue dando paso a paso la creación de las obras. De allí que no se deba hablar de metodologías (porque no aplican a todos por igual) y que los asesores sólo puedan acompañar en el proceso a cada participante.
Una vez adquirido el compromiso de una maestría en creación artística, lo que sigue es aventarse el salto al ensayo y el error. Lo importante es el viaje al interior, descubrir qué es lo que quiere decir y con qué recursos contamos. Los procesos creativos son diálogos entre voces internas y externas, o si usted quiere, una combinación entre miradas exteriores e interiores.
La literatura iniciática, esa que trata sobre viajes en los que el protagonista efectúa un largo periplo en soledad, está plagada de metáforas del descubrimiento del propio yo.
3.
Organizado por el Instituto de Investigaciones Estéticas en 2006, el XXVI Coloquio Internacional de Historia del Arte aborda ampliamente el tema de los procesos creativos. Allí una de las autoras habla de las relaciones entre constancia, habilidad e inspiración y compara creación con cre-acción.
Lo que a mí me parece muy valioso de los 10 participantes en el coloquio del CMA es que obedecieron a una férrea y valiente voluntad de ser honestos. Se arriesgaron a la exposición.
4.
Escuchando las ponencias también valoré las nociones de intertextualidad y  transtextualidad (Julia Kristeva), hecho que le permitió a una de las más destacadas ponentes, vincular terminología médica con la danza. De ello puede inferirse que al usar el texto como herramienta, también se convierten en sujetos de intratextualid.
Hubo un momento en el que se habló de Arte Relacional (corriente que vincula al creador con los consumidores de las piezas) y de inmediato pensé en el beneficio terapéutico del arte en tiempos de pandemia. También en que ya no se puede hablar de arte contemporáneo sin tener presente la importancia de la Estética Comparada, esa que vincula literatura con pintura, instalaciones, música y danza. Vivimos un mundo cada vez más interconectado, no sólo en términos conceptuales y filosóficos, sino porque las neurociencias cada vez iluminan más cómo funcionan nuestros cerebros.
Ojalá el propio proceso creativo del CMA siga por ese camino de la autoconstrucción del conocimiento y de su identidad, a pesar de todo y de todos. FIN.

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

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