1.
Es simpática la manera en la que narramos la Historia.
Por un lado la simplificamos, como dice Carlos Azar Manzur, equiparando los hechos con narrativas melodramáticas o cómicas (en parte por la influencia del cine mexicano).
Por el otro, idealizamos a los héroes, porque son parte de nuestra identidad nacional y ni modo que andemos por ahí, diciéndole a la gente de allá afuera, a la de otros países, que nuestros súper personajes son de carne y hueso, tan defectuosos como nosotros.
No. La historia oficial tiene que parecerse a la historia de nuestra vida social y por eso tenemos que bañarla y perfumarla antes de sacarla a pasear.
Pero también existen otras historias.
Me refiero a esas que son narradas en primera persona, mientras suceden los hechos.
A este capítulo pertenecen las memorias y los diarios resueltos en la intimidad, esos que escasamente son pensados para publicarse, cuyo valor subjetivo es muy interesante.
A este rubro pertenecen la crónica y algunos testimonios como el que se exhibirá este próximo miércoles 19 de febrero, en el Museo Histórico del Oriente de Morelos, en Cuautla, a las 12 del día.
Al respecto no puedo dejar de mencionar el trabajo hecho por Doña Elvira Pruneda, experta en restauración y conservación de documentos y objetos de papel en el Centro INAH Morelos.
2.
Felipe Benicio Montero, “Capitán del Ejército del Señor Morelos y testigo ocular del Sitio” escribió en 1829 a mano un documento sobre papel blanco con tinta negra, casi de tamaño carta, hoy incompleto y cosido como expediente judicial, con enmendaduras de la misma letra, que años después fue paleografiado por el estudioso Ramón Medina.
Revisadas las 94 fojas que existen varias veces más, el texto que narra en primera persona lo sucedido en el histórico Sitio de Cuautla también dio pie a la edición paleografiada publicada por Porrúa.
Perteneciente a los descendientes del autor, el documento estuvo en el Archivo Municipal de Cuautla y en manos de los señores historiadores y escritores Lucas Alamán, Ignacio M.
Altamirano y Guillermo Prieto, pasando luego a manos del señor Vicente Estrada Cajigal, quien fuera gobernador del estado entre 1930 y 1935.
3.
Como sabemos, hoy existe doloroso asunto legal entre sus parientes, debido a desacuerdos con respecto a los bienes patrimoniales heredados por su hijo, el señor Sergio Estrada Cajigal Barrera, pero lo que aquí es importante señalar, es que el documento original, que tantos años guardó en una caja fuerte nuestra admirada amiga, traductora y cronista Adriana Estrada Cajigal, su hermana desaparecida el año antepasado, a quien procuraron sus sobrinos Sergio y Vicente, podrá verse de nuevo, porque se exhibirá temporalmente en el museo cuautlense, debido a que hoy pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia (lo tiene en resguardo el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec), institución que lo facilitó en esta ocasión para su regreso al estado.
¿Y cómo no darse una vuelta a verlo si el Sitio de Cuautla le da una “doble H” a esa ciudad única en el mundo? Como bien lo señala el cronista Samuel Hernández Beltrán, Histórica y Heroica no es cualquier cosa, pues haber vivido casi tres meses de asedio brutal, logró que se grabara en la memoria colectiva el dolor de la guerra.
No por nada esa memoria colectiva se hace patente los nombres de las calles: Callejón del Castigo, Angustias de Calleja, Esperanza de la Coronela, Fin de Calleja y otras mencionadas por el propio Montero en una buena parte del texto.
4.
Para aumentarle el fuego a esta reflexión, le comento a usted, querido lector, que ya salió el libro-catálogo que recopila los textos con motivo de la muestra montada en el Palacio de Bellas Artes, dedicada a analizar la imagen del General Emiliano Zapata Salazar, en su cien aniversario luctuoso.
Según la crítica de arte Karen Cordero Reiman, el libro: “constituye una caja de herramientas para deconstruir y reconstruir al personaje histórico”.
Mejor no lo pudo haber dicho, después de tanto escándalo que se hizo por la lectura imprecisa de una pequeña y controvertida imagen de nuestro máximo líder agrario.
Lo que nos debe quedar claro a los morelenses y a todos los mexicanos, es que una cosa es la historia de la imagen -y vaya que existe creatividad para modificar imágenes icónicas preexistentes- y otra muy diferente los hechos históricos.
En todo caso, debemos tratar de entender más sobre las diferentes maneras de contar la Historia, entrarle a la Historiografía, materia que se encarga del estudio de cómo se cuenta la Historia generación tras generación.
Así de fácil, así de sencillo.
FIN.
