1.En paralelo a lo que la gente pueda narrar sobre lo vivido en el Jardín Borda como sitio emblemático de la memoria amorosa -se cuentan por cientos las sesiones fotográficas realizadas allí, en su mayoría para sellar el recuerdo de compromisos matrimoniales y es sitio habitual de paseos familiares- el icónico espacio, marco de la generación de las políticas culturales estatales desde la época de Ricardo Guerra, fundador del Instituto de Cultura de Cultura de Morelos, ofrece relatos que forman parte medular de la identidad nacional. 

Hay que consultar la historia del sitio en el indispensable libro de Heberto González de Matos, publicado en 2015 (Instituto de Cultura de Cuernavaca, Secretaria de Desarrollo Social, CONACULTA, Col. Patrimonio Cuauhnáhuac) titulado “El Jardín de la Borda. Una historia con herencia novohispana” -desafortunadamente carente de piés de foto y no accesible- y en la hermosa edición titulada “Jardín Borda. Centro Cultural” (Varios autores, Secretaría de Cultura 2018), para saber que el jardín fue sede de importantes experimentaciones botánicas y que allí vivieron dos de los mecenas más importantes de la profusión del Barroco en nuestro territorio, me refiero a Don José de la Borda Sánchez, empresario minero de “Tasco” (sic) y su hijo, el Presbítero Don Manuel de la Borda y Verdugo, quienes en el siglo XVIII contribuyeron a sentar las bases de un gusto que no deja de representarnos en el mundo. 

Si a tal historia añadimos que en tal casona también vivieron los protagonistas del Segundo Imperio Mexicano, Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica,  tenemos ya bastante que decir sobre la historia real e imaginaria del lugar y del país. Basten dos ejemplos: “Noticias del Imperio”, de Fernando del Paso y https://www.proceso.com.mx/163761/sobre-la-maternidad-de-carlota para abundar sobre éste último punto, la imaginación como historia.

2.De acuerdo con los cronistas Valentín López González Aranda y Carlos Lavín Figueroa, tales asuntos se han abordado parcialmente en diversos encuentros, pero hace falta uno específico sobre la vida del lugar que entre otras cosas cuenta con misteriosos túneles. Por su parte, los escritores José N. Iturriaga y Gloria Ceijka publicaron hace unos años sendos títulos sobre los emperadores, pero no ha habido hasta el momento una exhibición que dé cuenta de cómo se ve desde la contemporaneidad la historia del inmueble. 

En breve, la actual titular de la secretaría dedicada al ramo, Margarita González Saravia dará a conocer oficialmente la intención de dignificarlo y visibilizar su importancia. Sólo adelanto, en mi carácter de museos y exposiciones, que la misma contribuirá a nutrir el pensamiento crítico sobre nuestra historia e identidad.

3.En la Sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda se han llevado a cabo innumerables presentaciones de libros, muchos de ellos vinculados con el dolor, del que a veces florecen ejemplares expresiones artísticas. En ese tenor, quiero invitar a mis amables lectores a que asistan allí, este próximo jueves 24, a las 18 horas, al homenaje que se le rendirá al escritor José León Sánchez, autor del célebre título “La Isla de los hombres solos”. 

En el libro publicado por aquella Editorial Novaro que ya no existe, el protagonista, que es el autor, cuenta lo vivido en condiciones infrahumanas, en una cárcel costarricense, acusado de un crimen que no cometió. Pero no es eso lo que más importa cuando se habla de libros, sino la poética de la vida que se da a pesar de la limitación física y espiritual. No está por demás mencionar que el autor es uno de los posibles candidatos al Premio Nobel de Literatura 2020.

4.En el mismo sitio, pero al día siguiente, se le rendirá un homenaje al escritor Francisco Rebolledo, a las 18 horas, por los 25 años de la publicación de “Rasero”, novela dedicada a la Ilustración y la intelectualidad parisinas del siglo XVIII. 

Al escritor lo acompañarán sus colegas Javier Sicilia, Jorge Ruiz Dueñas y el coorganizador Efraím Blanco (recientemente incorporado a la plantilla de El Colegio de Morelos), además del cineasta Juan Carlos Rulfo. Aún recuerdo los comentarios asombrados de Ricardo Garibay sobre la novela, en casa de Alberto Vadas recién llegada yo a esas mesas de desayunos sabatinos, en las que todo eran aprendizajes y cultura. Cómo se extraña la tertulia en Cuernavaca. FIN

 

Por: María Helena González

helenagonzalezcultura@gmail.com

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