El sistema electoral de Estados Unidos es uno de los más complejos y antiguos del mundo. Como su sistema es tan encumbrado y la gran mayoría de los estadunidenses no lo comprenden, supuestamente los politólogos yankees, aseguran que esa es la forma más segura de evitar (o lograr) el fraude electoral.
Es de todos conocido que la ciudadanía en Estados Unidos no elige directamente a su presidente. Entonces, ¿Cómo dicen que es posible que las votaciones sean tan democráticas?
Los ciudadanos habilitados a votar eligen a un colegio electoral de 538 electores en total. Cada estado tiene al menos tres electores y luego obtienen más en función de la población. Esta elección tiene lugar el segundo martes de noviembre del año electoral.  ¿???
El partido que gana la elección en cada estado se lleva la totalidad de los electores de ese estado. Así, por ejemplo si el partido republicano gana en el estado de Ohio por uno o más votos, se lleva todos los votos, aunque le sigan los republicanos o los votos nulos, se incluyen en el paquete de votos a favor de los republicanos.
Hay elecciones internas en cada estado y luego los electores eligen al presidente. Porque es más complicado que eso. Además de los 50 estados, también existe el Distrito de Columbia (la capital del País. El DC). El Distrito de Columbia tiene la misma cantidad de electores que el estado menos poblado que es Wyoming. Significa que esta forma de votación la tienen todos los estados, incluyendo al DC.
Los siguientes territorios que se supone son estadunidenses, están todos excluidos de las votaciones al estar fuera de la masa continental, de la que forma parte Hawai y Alaska. Pero Puerto Rico, Guam, Las Islas Vírgenes y Las Islas Marianas del Norte, lo que conforma el Estado Libre Asociado que se supone es Puerto Rico, mientras que las otras funcionan como parte de los Estados Unidos para bases militares, entrega de alcabalas. Aunque a estos últimos ahí sí les permiten votar por sus dirigentes, siempre y cuando sean aceptados por las autoridades del Congreso estadunidense.
Todos los ciudadanos que hayan nacido dentro de su territorio y que no se trate de esos 4 ya mencionados, pueden votar por quien quieran. Y los políticos se ufanan que hasta los hombres que llegaron a la luna pudieron votar desde ahí. Pero los únicos estadunidenses que no pueden votar, son los estadunidenses como aquellos de los cuatro países mencionados.
¿Cómo es posible que dejen sin garantías a cuatro millones de estadunidenses que viven en esos territorios, los que los estadunidenses dicen que son de ellos? Así que todos los estadunidenses que no pueden votar son los estadunidenses de los países ocupados.
Los políticos estadunidenses proclaman que ese es el gran misterio de la Ciencia Política. ¿Será por eso que nadie puede discutir de política porque se convierte en antinorteamericano? ¿O será que los de esos territorios no son “WASP” Blancos Anglo Sajones Protestantes, de los que llegaron en 1620 desde Inglaterra en el barco Mayflower, lleno de puritanos evangelistas en su cruzada supremacista? La persecución y muerte antimexicana así lo indica.

GROELANDIA
Y TRUMP
La pretensión de Donald Trump de comprarle al Reino de Dinamarca el territorio de Groenlandia no tiene nada de nuevo, ya que es la misma política que han llevado los 45 presidentes del expansionismo territorial que ha repetido Estados Unidos desde su formación.
Primero comienzan con una propuesta en efectivo, luego incitan a la población a pelear entre sí, después les venden armas a cada lado y entran como salvadores a liberar y/o arrebatar a Groenlandia a construir bases militares perenes, como en Cuba, Turquía, Thule, Groenlandia, o a salvar la Isla, estilo antimexicano, donde nos salvaron de ese “engorroso y pobretón” 60 por ciento de nuestro territorio.
El tratar de adquirir Groenlandia, como lo intentó en 1946 el expresidente Harry Truman, quien a su vez ofreció cien millones de dólares en oro por la Isla y después hubo otra oferta de escasa importancia, de igual forma fue rechazada y las relaciones se volvieron tensas hasta que en 1951 se volvieron a reunir Washington y Copenhague que fueron parte de un tratado de defensa y al formarse la OTAN, Estados Unidos se aprovechó para construir una base aérea en thule, a menos de mil 600 kilómetros del Polo Norte en la costa noroeste de la Isla.
Este puesto de poderío nuclear es el único que está cerca del Polo Norte y del Ártico en caso de una conflagración. Rusia también tiene por lo menos un barco rompehielos nuclear para mantener navegable la Ruta del Ártico.
Pero ahora no sólo es la tenencia de la propiedad, sino que la finalidad es la de detener a los chinos y a los rusos de construir la nueva ruta de la seda polar.
Al día siguiente de la junta Internacional de los G7, Trump y Mette Frederiksen Premier Ministro del Reino Unido de Dinamarca se pelearon y Trump canceló una visita que tenía planeada a Copenhague.
El hambre de expansión de Trump se apoya en que en la región ártica se encuentra el trece por ciento de las reservas petroleras mundiales, aún no explotadas.
Groenlandia se formó en 1979 y su capital es Nuuk. Tiene 56 mil habitantes y es la segunda isla más grande del mundo. La Isla es depositaria del 10 por ciento del agua dulce del planeta y a esta riqueza se le suman recursos naturales y un punto geopolítico estratégico de suma importancia, en la permanente lucha de Trump contra China, Rusia y otros países.
Groenlandia es un territorio danés autónomo de 2 mil 200 kilómetros cuadrados entre los océanos Atlántico Norte y Ártico, además de 2 mil 500 millones cuadrados de zona exclusiva económica, lo que la convierte en un manjar apetecible para el voraz de Trump.
Pero su peor enemigo es la ridícula oferta de 100 millones de dólares, como si estuviera comprando un departamento de algún edificio de cien pisos con mil residencias a cien millones de dólares cada una y comience por ofrecer diez millones por todo el edificio. A ver si cae el cliente.   
El profesor Mirko C. Trudeau, experto en estudios macroeconómicos de la U. de Nueva York, publicó un análisis sobre la propuesta de Trump y considera que con el cambio climático se abren nuevos espacios en la extracción de numerosas materias primas como: hierro, zinc, rubíes, uranio, diamantes y en especial el agua dulce. También se especula que podía haber petróleo.
Washington tiene especial interés en las llamadas “tierras raras” que se usan en las baterías de los autos eléctricos y casi en cualquier aparato electrónico con batería, como los teléfonos celulares, hasta centrales eólicas, pasando por sistemas de defensa militar.
Esto va unido con la guerra comercial que EE UU mantiene contra China (el primer productor de esos materiales estratégicos, ya que la República Asiática produce más del 70 por ciento de estos y goza de la más amplia hegemonía en cuanto a baterías de autos eléctricos.

Va de cuento
Rafael Benabib
rafaelbenabib@hotmail.com

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