En política como en actitud ante la vida diaria, las derechas y las izquierdas tienen un espacio específico entre sus conciudadanos; ya sea en su actuar como individuos o frente a la sociedad en su conjunto.

Ambas están comprometidas con sus propios intereses, ya sean políticos o económicos que para el caso la política y la economía están íntimamente ligadas.

Las dos tendencias tienen en su proceder varias tonalidades de un mismo color por sí solas.

Las derechas, al igual que las izquierdas son antagónicas pero su similitud se encuentra en que en cada una de ellas existen diferentes tonalidades que van desde el blanco, pasando por todos los colores y sus variantes hasta llegar al negro.

Las derechas son conservadoras, amantes del “statu quo” y quieren mantener las cosas de la misma manera en que siempre han estado y en caso de que haya algún cambio, este deberá favorecer exclusivamente a sus intereses.

Existen las derechas que desean seguir obteniendo lo que los hace felices; otras un poco más de lo que tiene el vecino o que creer pocos bienes y quiere más, es gente que sin importare la tonalidad que tenga el gobierno en turno, siempre estarán públicamente de su lado.

Las izquierdas están más alejadas de las cosas materiales y se conforman con lo que tienen, aunque si llegan a tener un poco más nunca les caerá del todo mal, además que siempre les gustan los cambios y ser parte activa de ellos porque el cambio desestabiliza al conservador, a las autoridades que según los izquierdistas, estas siempre son sus enemigas sin importar la tonalidad que ellas tengan.

Los conservadores son generosos en la forma y en el fondo son insaciables hasta obtener los bienes  que buscan sin importarles el bien ajeno y aunque ese conservadurismo no entra por la puerta de su casa en forma económica, si se respira lo estricto de las relaciones familiares donde no todos tienen los mismos derechos y existe entre toda la familia un poder omnímodo que puede ser el padre, el abuelo o el personaje con mayores bienes materiales.

Para los izquierdistas dentro de su casa las relaciones deben de ser de igualdad y tanto poder tiene el padre como la madre e inclusive los hijos en caso de tener la razón en cualquier plática o argumentación.

La diferencia entre una ideología y otra es la libertad de expresar sus ideas sin temor, pero al no tener sus principios bien definidos, los jóvenes son envidiosos de que los hijos de los conservadores tengan más bienes que sus padres izquierdistas.

Entre los izquierdistas existen los soñadores, anhelando cambiar el mundo, algunos que sea un poco mejor para todos, otros  el cerrar la brecha de las ideas y de la economía y así se pasa por todos las tonalidades de los colores existenciales hasta llegar al rojo vivo.

Entre estas dos posiciones antagónicas se encuentra un principio elemental: La derecha no necesita para nada a la izquierda, de hecho, hasta el término le es aberrante porque va contra sus intereses económicos y les colocan nombres satanizados, como socialistas, comunistas, nacionalistas, etcétera.

Mientras que los de la izquierda no usan bolsas de plástico, no beben refrescos azucarados, dicen que se preocupan por el medioambiente, tratan de cumplir con las reglas legales de no tirar basura y de dividir lo orgánico de lo inorgánico, de traer sus papeles en orden conforme a la ley, pero se fijan bien que lo que hacen sea observado por sus vecinos y amigos o alguna autoridad.

Por otro lado, el de derecha no recoge un papel tirado en el suelo porque eso “no es su trabajo” y no es porque no lo quisiera hacer, sino qué va a decir la gente si lo ven recogiendo la basura.

No hay a cual irle.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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