El abasto de medicinas ya está solucionado entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los proveedores internacionales. Apoyado por la UNESCO, se brincó a todos los intermediarios y en especial al que tenía el monopolio de los medicamentos al representar a diez de ellos, los que recibieron contratos millonarios durante la administración de Peña Nieto.

Estas oficinas se encuentran en la colonia Roma de la Ciudad de México y el “representante” le vendía a la Secretaría de Salud y a su vez al IMSS, al ISSSTE y a los gobiernos estatales por separado grandes cantidades de medicinas y a precios más elevados que los de Estados Unidos, repartiéndose el excedente entre el gobierno y el mencionado ratero que se dice a sí mismo, empresario.

Según el IFAI del gobierno federal, entre esos diez proveedores, los datos obtenidos apuntan que la lista de ellos la encabeza El Grupo de Fármacos Especializados, S.A. de C.V. con dirección en una casa de la colonia Roma. Cuando investigamos ese domicilio, era una pequeña oficina, la cual sólo tenía una persona inscrita en el IMSS.

El negocio de la corrupción con las medicinas era a ojos vistos. Todo mundo estaba enterado del tipo que tenía el monopolio de las diez compañías que le surtían a todo México y en especial, las tres, con las cuales este decía que tenía contratos de exclusividad.

Las diez compañías involucradas tenían como clientes, en especial a la Secretaría de Salud y les entregaba el 79.6 por ciento de toda la medicina que se consumía en el País. El resto lo cubría MAYPO, S.A. con el once por ciento y los otros ocho con el resto, como Saris Distribuciones, Laboratorios Biológicos y Reactivos de México, S.A. de C.V., Compañía Internacional Médica, la Comercializadora Pentamed y Vitasanitas.

El presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró que se había detenido la corrupción en medicamentos y que pronto se iba a resolver el problema, “que de todas formas está mejor que en las anteriores administraciones porque ahora ya no hay fugas de dinero ni corruptelas”. Criticó que aunque se gastaban 80 mil millones de pesos de más, en los hospitales no había abasto. El gasto total era de 335 mil millones de pesos, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Y cuando este tipo y las compañías farmacéuticas, dejaron de recibir los sobreprecios porque con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acabó la corrupción, dejaron de vender las medicinas apostando que en México iba a haber desabasto (como en efecto lo hubo durante unas semanas), pero no contaron con que el gobierno buscó otros lugares y hasta las farmacéuticas doblaron las manos.

Es cierto que el gobierno de México les tuvo que comprar un paquete de medicinas contra el VIH, que eran esenciales para los enfermos en los hospitales, pero desde entonces ya no se hizo más negocio con esas compañías.

La lista de los proveedores que acapararon las ventas de medicamentos a la Ciudad de México, son las mismas que les estuvieron vendiendo a las demás entidades federativas del País. El gasto total es de 342 mil millones de pesos.   

Seguramente hasta el corrupto del intermediario ya está en Madrid gozando de todo lo que se robó en complicidad con los administradores del Sector Salud para que no lo encuentren tan fácilmente, porque de seguro le va a pasar lo mismo que al de Pemex y al de Altos Hornos, quienes tienen que regresar lo robado y este los va a tener que acompañar e ir al bote. 

Ahora es el INE a quien se le ocurrió prohibir las mañaneras del presidente por la televisión “porque es propaganda del gobierno”. ¿Córdova no entiende que es información al pueblo?

Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), informó que la dependencia ya había abierto cincuenta carpetas de investigación sobre el caso y el Fiscal Federal Gertz Manero ya las tenía en sus manos.

EL TREN MAYA.

La península de Yucatán se ha querido independizar de México desde el siglo XIX porque estaba tan alejada del centro del País que no le hacían caso, no lo dejaba industrializarse y la único que le permitían producir era el henequén, que sólo beneficiaba a los grandes terratenientes dentro del estado, a los intermediarios y al gobierno del centro.

Hasta principios del siglo XIX, en 1810, en que se promulgó la Independencia de México, que fue el primer país del Continente Americano donde se abolió la esclavitud, el gobierno de Porfirio Díaz permitió que se llevaran a los Yaquis del norte del País para trabajar como esclavos en la industria del henequén.

Estos dueños de las grandes planicies del henequén, a los que se les llegó a llamar “La Casta Divina”, se rebelaron contra el gobierno central, cansados de pagar impuestos y ser controlados por el centro, cuando ellos podían ser autosuficientes, tenían sus propios clientes en Estados Unidos, Canadá y todo Suramérica, además de poseer a los esclavos y a sus hijos, quienes continuaban en la misma condición de sus padres de seguir siendo esclavos.

Así que comenzaron a luchar, a veces legalmente y otras con violencia para conseguir la separación de México y convertir a Yucatán en un país propio. Lugar aislado, sin caminos que los uniera al resto del País y pudiese vender su mercancía la cual sólo se podía sacar a través de los barcos turísticos y en esos transportar la carga del henequén.

Las escaramuzas entre los yucatecos y el ejército federal no se hicieron esperar y hasta 1941, siendo presidente de la república don Manuel Ávila Camacho, el gobierno del Estado de Yucatán promulgó su propia Acta de Independencia, aprovechando que el mundo estaba inmerso en la segunda guerra mundial, pero el movimiento yucateco separatista volvió a fallar. 

A cambio de eso, se construyeron nuevos caminos, se abrieron escuelas y se introdujo la Reforma Nacional Contra el Analfabetismo. Eso y la guerra mundial calmó un poco los deseos independentistas.

Por primera vez, el centro del País se va a ver comunicado con el sur y el sursureste de México a través del Tren Maya con el proyecto del Itzmo, que unirá al ferrocarril desde Coatzacoalcos en el Golfo de México hasta Salina Cruz por el Pacífico.

En México tenemos un tres por ciento de desocupados a los que se les va a dar trabajo en las fábricas y negocios como aprendices, con un sueldo mensual fijo por un año, en el Tren Maya, en el Itzmo de Tehuantepec, en la rehabilitación del campo y en la siembra de árboles frutales y maderables por todo el País. A estos le sumamos los pocos inmigrantes que se quedarán en México a los empleos que se abrirán en la construcción de la refinería de Dos Bocas, a los trabajos y adiestramiento de civiles para ser integrados a la nueva Guardia Nacional y así, en el 2023 los militares vuelvan a sus cuarteles; y todavía habrá trabajo para muchos más.

Va de cuento
Rafael Benabib
rafaelbenabib@hotmail.com

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