El asesinato de Carlos Manzo sacudió a todo el País. No solo por tratarse de una autoridad municipal, sino porque su muerte refleja la gravedad del momento que vive México. Nadie debería perder la vida y en un contexto donde la violencia parece no tener límites es lamentable que, ante un hecho tan grave, no faltan quienes buscan sacar provecho político, como si la tragedia fuera un botín más. Porque la inseguridad no empezó ayer. No nació con este gobierno ni con el anterior. Viene de mucho atrás, cuando se declaró una guerra contra el crimen sin estrategia ni rumbo, creyendo que la fuerza resolvería lo que la inteligencia y la justicia no podían. Aquella decisión dejó una estela de sangre y miedo que aún no logramos superar. Hoy seguimos viviendo las consecuencias de esos años en que se pensó que más balas era igual a más paz. Claro que se ha intentado cambiar el camino, pero la realidad es dura. Recuperar la seguridad es una tarea lenta y compleja, sobre todo cuando el problema ya no es solo de policías y delincuentes. La sociedad también ha cambiado y no precisamente para bien. Aunque no me refiero a todas o todos, nos hemos ido degradando como comunidad: ya no nos sorprende la violencia, la compartimos en redes, la consumimos como si fuera parte del paisaje. La empatía escasea, el respeto por la vida se diluye y los valores parecen haberse quedado en el trayecto. Por eso, más que buscar culpables con nombre y apellido, tendríamos que asumir nuestra parte. La violencia no se combate solo desde el gobierno: también desde casa, desde la escuela, desde la calle. Lo de Carlos Manzo no debería ser usado para golpear a nadie, sino para recordarnos que ningún proyecto político servirá si la sociedad misma sigue perdiendo el sentido de comunidad y de humanidad. No está de más decir que esto es a título personal. Fuera de contexto: Lo ocurrido con Claudia Sheinbaum fue inaceptable. No porque sea la Presidenta, sino porque es mujer: tocarla sin su consentimiento es una agresión. Minimizarlo o convertirlo en tema político solo demuestra que aún no entendemos la gravedad de la violencia de género. No fue una ‘distracción’, fue una falta de respeto y punto. 6x6: El CMLL volvió a encender las velas del altar y del ring con el Tzompantli de Máscaras 2025, esa función donde los luchadores que ya perdieron su incógnita pueden volver a ponérsela… por una noche. Una especie de permiso del más allá para recordar quiénes fueron antes de que el destino —y una apuesta— los dejara al descubierto. La Arena México se convirtió en un desfile de fantasmas. Volador Jr, Bárbaro Cavernario, El Valiente, Blue Panther, Averno, La Catalina, Princesa Sugehit, Último Guerrero y Rey Bucanero estuvieron entre las grandes estrellas que revivieron sus épocas enmascaradas. Al final del evento —en un ritual tan simbólico como emotivo—, cada uno de los luchadores depositó su máscara dentro del baúl del Tzompantli, donde esperarán al próximo año… cuando puedan regresar a visitarnos. ¡Saludos!
