Ciudad de México.– En una conferencia matutina que evocó los rituales políticos del pasado reciente, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo presentó este miércoles el Café del Bienestar, un producto que promete transformar no sólo las tazas de millones de mexicanos, sino también la vida de miles de pequeños productores en las regiones más marginadas del país.

"Es comercio justo para beneficio del pueblo de México", declaró Sheinbaum desde Palacio Nacional, enfatizando que este café soluble, 100% puro y mexicano, representa un paso hacia la soberanía alimentaria y la reducción de la pobreza en comunidades indígenas. Pero detrás de la aromática promesa, surge una pregunta inevitable: ¿puede un frasco de café soluble combatir décadas de abandono en el campo mexicano?

La presentación, parte de "La Mañanera del Pueblo", no fue sólo un anuncio comercial. Acompañada por María Luisa Albores González, titular de Alimentación para el Bienestar, Sheinbaum detalló cómo este iniciativa se enraíza en programas como Sembrando Vida, heredado de la administración anterior.

Albores, con un tono que mezclaba entusiasmo técnico y compromiso social, explicó que el café proviene de granos cultivados en sistemas agroforestales, priorizando el cuidado del suelo y la biodiversidad. "No tiene aditivos, ni edulcorantes, es libre de saborizantes, libre de colorantes y su único ingrediente es el café", afirmó la funcionaria, destacando sus beneficios para la salud: mejora la concentración, el rendimiento físico y mental, y protege el corazón gracias a sus antioxidantes.

El Café del Bienestar se ofrece en tres presentaciones, diseñadas para ser accesibles en un país donde el 84% de las familias prefieren el café soluble, según datos del gobierno. El frasco de 50 gramos cuesta 35 pesos; el de 90 gramos, 65 pesos; y el de 205 gramos, 110 pesos.

Estos precios, significativamente más bajos que marcas comerciales como Nescafé (cuyo equivalente de 90 gramos ronda los 80-100 pesos en supermercados), buscan competir en un mercado dominado por transnacionales que, según críticos, han explotado a productores locales durante décadas.

La distribución inicia en la primera etapa en Tiendas del Bienestar de la Ciudad de México, Estado de México, Michoacán, Morelos, Puebla y Tlaxcala, con planes de expansión nacional en tres fases subsiguientes. Actualmente, hay 25,600 sucursales de estas tiendas en el país, muchas en zonas rurales, lo que facilita el acceso directo a consumidores de bajos ingresos.

Pero el verdadero corazón de esta iniciativa late en las sierras y montañas del sureste mexicano. El producto beneficia directamente a 6,646 pequeños productores –44% mujeres y 56% hombres–, de los cuales 2,779 forman parte de Sembrando Vida. La inversión total asciende a 59.4 millones de pesos, con un enfoque en regiones como Oaxaca, Puebla, Veracruz y Guerrero.

Guerrero, en particular, aporta el 55% del grano, con 33 millones de pesos invertidos en la Montaña y Costa Grande, beneficiando a 3,150 productores, la mayoría indígenas mixtecos y tlapanecos.

"En La Montaña de Guerrero, seis de cada diez productores son mujeres", subrayó Albores, ilustrando cómo el programa prioriza a comunidades con alto rezago social. Se han acopiado 913.56 toneladas de café en 14 centros de acopio y ocho puntos móviles, eliminando intermediarios que históricamente han pagado precios irrisorios –a veces menos de 20 pesos por kilo– a los cafetaleros.

Esta no es la primera incursión del gobierno en productos de "bienestar". El Café del Bienestar se suma al Chocolate del Bienestar y otros como leche en polvo y harina de maíz, todos bajo el paraguas de Alimentación para el Bienestar. Sheinbaum anunció planes para construir una planta propia de procesamiento de café soluble, lo que podría generar empleos y reducir costos a largo plazo. "La ganancia va directo a las comunidades", insistió la presidenta, contrastando con críticas de opositores que ven en estos programas un clientelismo disfrazado.

Las reseñas iniciales son un mosaico de opiniones polarizadas, reflejando el dividido panorama político mexicano. En redes sociales como X (antes Twitter), usuarios como el periodista Ignacio Gómez Villaseñor lo calificaron como "el peor café que he probado en mi vida", describiéndolo como amargo y de baja calidad.

Otros, como el usuario Topanchi Francisco, lo elogiaron por su pureza: "100% mexicano, sin aditivos y con justicia social".

En Facebook, páginas gubernamentales como la de Alimentación para el Bienestar destacan testimonios de productores como Anastasia Gálvez, una caficultora que representa el "rostro humano" del producto, enfatizando su origen orgánico y el empoderamiento femenino en el campo.

Críticos independientes, sin embargo, cuestionan la sostenibilidad: ¿podrá el gobierno mantener precios bajos sin subsidios masivos, en un contexto de volatilidad climática que ha reducido la producción cafetalera mexicana en un 20% en los últimos cinco años, según datos del INEGI?

El lanzamiento ocurre en un momento crítico para la industria cafetalera mexicana, que produce alrededor de 900,000 toneladas anuales pero enfrenta plagas, cambio climático y competencia global.

México es el noveno productor mundial de café, pero el 70% de sus exportaciones van a Estados Unidos y Europa, dejando a productores locales vulnerables. Programas como este buscan revertir esa tendencia, fomentando el consumo interno y el comercio justo.

"Es un profundo aroma a justicia social", poetizó Sheinbaum, citando el lema del producto.

Sin embargo, no todo es aroma a éxito. Opositores como la senadora Kenia López Rabadán han criticado que el gobierno priorice "cafés y chocolates" mientras el país enfrenta desafíos como la violencia en Guerrero –donde se produce gran parte del grano– y la inflación alimentaria.

En la misma conferencia, Sheinbaum abordó temas paralelos, como la prohibición de 35 plaguicidas dañinos, reforzando el enfoque ambiental del programa.

Al final del día, el Café del Bienestar no es sólo una bebida: es un símbolo de la visión sheinbaumista, que apuesta por el "Segundo Piso de la Cuarta Transformación" –un piso construido con granos de equidad, pero que aún debe probar su resistencia ante las tormentas económicas y políticas. Mientras los frascos llegan a las estanterías, miles de productores en las sierras esperan que este café no sea solo soluble, sino duradero. ¿Será el sorbo que México necesita? El tiempo, y las tazas vacías, lo dirán.

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