Señora joven llena de vitalidad y de alegría, que consigue sus fines a través del conocimiento profundo del tema a tratar; entusiasmada cronista, exitosa vendedora y asesora del negocio de bienes raíces, hija consentida y madre de una hermosa jovencita de tiempo completo y con una historia familiar de servicio a la comunidad y a sus semejantes, es María Eugenia Rojas García a quien todos la conocen por Maru Rojas. Nació en Cuernavaca el 19 de abril de 1951 en el Sanatorio Caballero Díaz. Su papá se llamaba Cristóbal Rojas Romero, era periodista, dueño y director del semanario “Presente”. Su mamá es Lila García Galeana, quien aún es a los 90 años de edad una linda ama de casa. Tuvieron siete hijas: Belem, Rosa, Socorro, María Eugenia, Lilia, María Antonieta y Laura.
Maru estudió la primaria en la escuela Pestalozzi y en la Santa Inés se tituló como Contador Privado. María Eugenia Rojas García o Maru, como la conoce todo el mundo, se casó en 1968 y tuvo a su hija, Alejandra Zermeño, quien trabaja con ella como asesora de bienes raíces.
Su primer trabajo fue en la clínica 20 en el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS en el departamento de contabilidad, después entró a la Nissan Mexicana y luego en la compañía Iacsa en CIVAC. Al poco tiempo se fue a la UAEM, donde trabajó en el departamento de vocacional, dicho puesto lo consiguió gracias a su preparación le fue ofrecido por parte del contador Claudio Aponte Rojas en 1971. Recuerda que ese fue uno de los más importantes trabajos que ha tenido, porque en ese tiempo empezaron a hacer los exámenes sicométricos y los aplicaban a estudiantes que deseaban ingresar a las diferentes facultades que existían en la UAEM.
Estos  exámenes intentaban medir el coeficiente intelectual de los estudiantes y fue cuando se fundó la Facultad de Sicología, siendo rector el licenciado Carlos Celis Salazar y el secretario de la misma: Claudio Aponte, quien le dio la oportunidad de impartir un curso intensivo en español a unos becarios japoneses en intercambio cultural con un grupo de estudiantes de la UAEM que se fue a Japón a conocer el idioma. Este curso tuvo una duración de tres meses, en que los alumnos asiáticos regresaron a su País totalmente satisfechos. “Cuando estuve organizando ese curso, aprendí más japonés del que yo pensaba, ya que los japoneses insistían un su idioma al que aman y respetan.
Entró como oyente a la escuela, cosa que las universidades ya no permiten, pero ella lo fue de sicología durante un año, el cual tuvo que dejar para cuidar a su pequeña hija Alejandra.
Regresó a trabajar al Seguro Social al Departamento de Procesamiento de datos, los que se capturaban en aquellas enormes computadoras, las que hicieron una verdadera revolución, cuando aquellas enormes maquinas que llenaban un salón entero, comenzaron a despedir a decenas de secretarias con sus antiguas máquinas de escribir.
En 1981 comenzó a dedicarse a la asesoría inmobiliaria, actividad en la que convirtió en toda una experta y en 1989 encontró el gusto por la pintura de caballete. Al principio como un entretenimiento y luego en forma profesional, hasta vender sus obras a muy buenos precios.
Nos recuerda que varios miembros de su familia han sido artistas en el ramo pictórico, el que usaron para sobrevivir y lo incluyeron en artículos de ropa típica como blusas, faldas y vestidos pintados a mano, los que adornaban con sus propios diseños, utilizando como modelos las partes más representativas de Cuernavaca como lo es el Palacio de Cortés, la Catedral y demás lugares interesante.
Dice que además de la ropa, su tío pintaba la tela de algodón con grecas mexicanas, las que se usaban como adornos, manteles y todo lo que la mujer necesita para su uso personal, incluso para camisas de hombre. Los mejores clientes de estos artículos, eran los turistas norteamericanos que en ese tiempo llegaban a por cientos a Cuernavaca. De ahí salió la moda de vestir con ropa pintada a mano mexicana por todo el mundo.
Desde entonces Maru no sólo ha seguido pintando, sino que ha expuesto sus obras en lugares como en la Universidad, en el Museo de la Ciudad y en varios lugares que organizaba La Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas (SOMAAP), los que cuidan y apoyan a los artistas. Esta sociedad tiene su sede en Francia. En Cuernavaca existe una delegación de la cual Maru fue nombrada Presidenta del Comité de Vigilancia, cuyo delegado local es el conocido pintor y escultor: Tláloc Rafael García Lazos.
Maru ha participado en cerca de 40 exposiciones colectivas e individuales, obteniendo varios reconocimientos por su trabajo.
En 2014 el señor Octavio Sedano Reynoso la invitó a pertenecer al Consejo de Cronistas, A.C. de Cuernavaca, en el que para ser aceptada como integrante, debía hacer un artículo sobre la historia del periodismo en Morelos. (Ahora Maru tiene el cargo de tesorera de ese Consejo).
Para ser aceptada debía presentar un trabajo acerca del periodismo de los años 60, haciendo un resumen de quienes fueron los primeros periodistas en Cuernavaca, incluyó el trabajo de su padre y los motivos por los que don Cristóbal entró de lleno al periodismo. Su único propósito era luchar por los intereses de la gente necesitada, contra las injusticias y en  beneficio del prójimo.
Don Cristóbal se dedicó a defender a los comuneros y ejidatarios contra los fraccionadores y latifundistas que pretendían despojar a esta gente de sus tierras. Durante 35 años llevó estos principios y nunca dejó de luchar.
Maru fue partícipe en hacer las constancias de posesión de los terrenos del comisariado ejidal. El señor Rojas fue uno de los fundadores y defensores de la colonia Antonio Barona. Cristóbal Rojas Romero falleció en 1992.
Maru ha estado varias veces en Europa y menciona que lo que más le gusta es Italia, de hecho, aprendió a hablar italiano casi a la perfección.
Ella es una cronista de Cuernavaca de corazón, enamorada de su propio trabajo y nos señala lo que un día le dijo su padre: “Hija, si algún día te interesas en algo, estúdialo, conócelo bien y no dejes de ser la mejor en ese tema”. Tiene su inmobiliaria desde 1981 y su atracción por la pintura comenzó en 1992 como artista plástico. Trabaja el vitromosaico artesanal, la joyería y realizando piezas como tibores, espejos, mesas y adornos caseros.
Su hija Alejandra, además de asesora inmobiliaria se dedica a remodelar casas como la  que fuera de Mario Moreno “Cantinflas” sobre el bulevar Juárez el dentro de poco, que será un museo y un importante espacio cultural.
Nos cuenta que ha hecho varios trabajos como cronista de la ciudad, junto con sus compañeros, cada sábado se van turnando para publicar alguna crónica sobre temas actuales o históricos en el Diario de Morelos de esta ciudad.
Hermosa mujer honesta en sus tratos y gentil con sus amistades, es una experta en el asesoramiento a sus clientes de bienes raíces. Maru Rojas es una de las ciudadanas más queridas de Cuernavaca.

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