Ante la preocupación de los virus que actualmente nos atañen, muchos son los que se preocupan por no estar expuesto ante enfermedades y han optado por usar este tipo de mascarillas; sin embargo, surge la duda acerca de su confiabilidad. Las mascarillas tendrían una eficacia de filtración bacteriana del 99,6% y de filtración de partículas del 98,9%, según asegura su fabricante.
Están libres de látex y tampoco contienen fibra de vidrio. Su composición son 3 capas de materiales de filtración sintéticos (microfibras). Ahora, el llevar una mascarilla difícilmente puede causar ningún mal a quien se la pone.

¿Para qué se utilizaba?
La segunda mitad del siglo XIX, cuando los bichitos microscópicos causantes de enfermedades aún no era bien conocido. Joseph Lister comenzó a introducir las prácticas de esterilización y desde los avances se han salvado más vidas. Sin embargo, no bastaba con esterilizar el material y el campo de operaciones; la boca y la nariz del cirujano y sus asistentes sobre las heridas abiertas del paciente eran una más que probable fuente de transmisión de microorganismos. Fue el cirujano francés Paul Berger, quien en octubre de 1897 se calzó por primera vez una mascarilla quirúrgica.
Entonces  la mascarilla quirúrgica sirve para que la persona que la utiliza no contamine su entorno con sus propios microorganismos. Y no al revés.
Es recomendable para los científicos y técnicos que trabajan con agentes patógenos peligrosos no llevan mascarillas, sino trajes sellados de alta seguridad biológica con respiradores, y lo hacen en instalaciones de alto nivel de contención que están dotadas de otros sistemas para evitar infectarse con los microorganismos que manejan.

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