Morelos se ha caracterizado por ser una entidad de una riqueza plural en la forma en que elige a sus autoridades; la alternancia en el poder en sus diferentes ámbitos ha quedado de manifiesto y esto se ha dado gracias a una sociedad morelense madura, que juzga severamente el actuar de sus gobernantes aunque a veces la memoria falla cuando no se le exige a personajes con un pasado negativo y siendo así, la gente sigue votando por ellos. Afortunadamente, cada vez son menos los casos.

Morelos ha experimentado de todo; muchos piensan que una de nuestras debilidades es que nuestro peso en el electorado no es suficiente para tener un mejor arreglo con la federación, sin embargo habría que tomar nota que simplemente el Municipio de Cuernavaca es de los 50 municipios estratégicos electoralmente hablando, por encima de municipios como Campeche, Pachuca, La Paz, Oaxaca, Colima y Zacatecas.

Nuestra geografía nos permite una comunicación efectiva de voz en voz; tampoco le tenemos miedo a los cambios democráticos ya que todos los gobiernos no han estado a la altura de darnos mayor identidad en el concierto nacional; cada vez que alguien pregunta por Morelos, la respuesta común es referirse a temas de inseguridad y violencia, cuando por el contrario, tenemos muchas bondades por presumir y demasiados temas en la agenda nacional en los que deberíamos estar incidiendo.

Es necesario en las condiciones actuales que vivimos, que el gobierno estatal deje de percibirse como si se tratara de un movimiento unipersonal en la figura del Gobernador Blanco; es urgente pasar a un gobierno donde la representación se sienta en los miles de morelenses que aún sin sentirse representados por el nuevo Gobierno (ya no tan nuevo) tienen mucho que aportar a la entidad para salir de todos los atrasos y desencantos del pasado.

Urgente sin duda, es que alguien se ponga el overol y se privilegien auténticos esquemas de eficiencia gubernamental, ya que han sido públicos los desentendidos con el Poder Legislativo y con los partidos políticos a quienes se les desestima en lugar de sumar y esto le pega a los mecanismos de flotación de la gobernabilidad.

¿Hacia dónde vamos? Es lo que necesitamos conocer. La agenda estatal no ha cambiado y ese desconcierto, muchas veces alimentado por la necesidad de un discurso con mayor profundidad a lo que escasamente escuchamos de nuestros representantes, nos deja en el limbo.

Sabemos que la inseguridad es lo que más nos ha lastimado; pero más nos aterra cuando vemos que no hay coordinación entre los mandos federales, estatales y municipales. ¿Porqué a sabiendas del grave problema de inseguridad no hubo la altura de miras para alcanzar un gran acuerdo estatal para una estrategia de seguridad diferenciada? ¿Qué intereses nos limitan? Todavía estamos a tiempo.

Para saber hacia dónde vamos es importante mapear nuestras fortalezas ya que las condiciones financieras por las que atravesamos tienen al gobierno estatal acorralado; esta condición apretada en los bolsillos gubernamentales tiene que ver con una administración abusiva del gobierno anterior a quienes debe caer todo el peso de la ley y que reparen el daño causado a las finanzas estatales.

Para encontrar la autopista del desarrollo, habremos de pasar caminos terragosos y bastante hojarasca; hay muchos ciudadanos dispuestos a ayudar al gobierno a librar de la mejor manera este trayecto sinuoso.

La carretera es de doble vía y quien tiene la obligación de dar el paso al diálogo, es el propio gobierno.

Los tiempos invitan a reconciliar si queremos un buen destino; hacer equipo para que a Morelos le vaya mejor.

 

Por: Guillermo Amerena Betancourt

amerenaguillermo@gmail.com

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