El Gobierno federal pronostica que la pandemia de COVID-19 alcanzará su punto máximo de contagios durante la próxima semana, aunque perdurará en algunas zonas hasta octubre, y se declara “preparado” para afrontar una posible nueva oleada para finales de año.
“Empezamos en febrero, terminaremos en octubre y podríamos decir que a mitad de junio estaremos a la mitad del conjunto de curvas epidémicas”, dijo en entrevista el subsecretario mexicano de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, encargado de liderar la lucha contra la enfermedad en el país.
Según los últimos datos, México registró un récord de contagios con 4.883 nuevos casos de COVID-19 y ya acumula más de 129 mil enfermos y 15 mil 357 fallecidos desde la llegada del coronavirus SARS-CoV-2 el 28 de febrero.
Las autoridades habían anunciado que el pico llegaría a principios de mayo, pero López-Gatell matizó que esa fecha obedecía sólo al área metropolitana de la Ciudad de México, la zona más afectada.
Subrayó que en un país tan grande como México no se puede establecer un sólo pico porque se “segmenta la epidemia” por territorios, aunque calculó que “un punto intermedio sería a mitad de junio”.
Y es que ciudades como Tijuana (Baja California) ya están en descenso, mientras que los contagios en Monterrey (Nuevo León) todavía están en ascenso y esta ciudad podría declarar el fin de la epidemia a mitades de octubre.
El epidemiólogo explicó que la pandemia “se ha vuelto tan larga gracias a las medidas de mitigación” del Gobierno, lo que ha evitado que “de súbito llegue una gran cantidad de casos”.
“Sólo si se mantiene el grado de control de la movilidad pública durante los siguientes tres meses, las predicciones serán fieles y posiblemente estaremos con una cifra de entre 25 mil y 30 mil defunciones. Si no, podríamos tener una mayor mortalidad”, advirtió
Esta predicción es superior a los pronósticos más optimistas del Gobierno en el inicio de la crisis, de entre 6.000 y 8.000 muertos, una cifras ya superadas por la realidad.
López-Gatell defendió que la situación no se les ha ido de las manos. “No hemos tenido que tomar decisiones que bordan el límite de la ética como decidir que una persona se queda sin ventilador porque le toca a otra. Puedo decir con mucha tranquilidad que evitamos muertes”, añadió.
Tras el cierre de la economía no esencial en abril y mayo, el Gobierno federal anunció el 1 de junio el inicio de la “nueva normalidad” con la apertura de algunas industrias, aunque pidió a la gente permanecer en casa porque los 32 estados del país siguen en “riesgo máximo” de contagios.
Las cifras de fallecidos en México han generado controversias porque los pacientes que murieron sin tener el resultado de la prueba de COVID-19 tardan unos siete días en ser contabilizados, mientras que hay un número desconocido de muertos sospechosos a los que no se les pudo hacer la prueba y no quedaron en los registros.
Ante la posibilidad de un nuevo brote sumado con la influenza a finales de año, dijo que el país está “preparado” gracias a la “reconversión hospitalaria” que se ha hecho durante esta crisis, en la que se han incrementado las camas de terapia intensiva de unas 3.500 a 13.000.
