Despiertas en medio de la noche y recuerdas un rostro perfectamente nítido: alguien que en tu sueño hablaba contigo, te perseguía, te amaba pero a quien, en teoría, nunca has visto en la vida real. ¿Quiénes son estas personas que aparecen en nuestros sueños? ¿Las inventamos, o están almacenadas en algún rincón olvidado de nuestra memoria?

La neurociencia tiene algunas pistas, y todas apuntan a una conclusión sorprendente: es casi imposible soñar con un rostro completamente inventado. La mayoría de los expertos cree que el cerebro humano no tiene la capacidad de crear rostros desde cero mientras soñamos. En cambio, recombina rasgos, fragmentos y memorias visuales que ha almacenado, incluso sin que seamos conscientes de ello.

Un catálogo inconsciente de rostros

Durante el día, el cerebro registra una enorme cantidad de estímulos visuales: rostros en la calle, en la televisión, en redes sociales, en fotografías antiguas. Aunque no prestemos atención, el cerebro guarda muchos de esos rostros en la memoria implícita, una forma de almacenamiento que no requiere esfuerzo consciente y que puede permanecer por años.

Cuando dormimos, especialmente durante la fase REM (movimiento ocular rápido), el cerebro reorganiza recuerdos, emociones y estímulos. En ese proceso, puede “reciclar” rostros aleatorios y colocarlos en nuevas narrativas oníricas. Por eso, la persona que te abraza en un sueño puede ser alguien que viste una sola vez en el metro hace cinco años… y tu mente simplemente lo recuperó como un “actor secundario”.

Lo emocional primero, lo lógico después

El contenido de los sueños rara vez sigue una lógica narrativa. Lo emocional domina sobre lo racional. Por eso, es común que una figura desconocida represente algo simbólicamente importante: miedo, deseo, compañía, amenaza, etc. Aunque no conozcas a la persona, el cerebro le asigna un papel emocional y construye una historia en torno a ella.

En psicología clínica, estas apariciones pueden tener interpretaciones ligadas al inconsciente, especialmente en terapias de enfoque psicoanalítico. Sin embargo, en términos neurobiológicos, los sueños son más una simulación aleatoria con sentido emocional que un mensaje cifrado del subconsciente.

¿Y si sí inventamos rostros?

Hay una pequeña excepción. Personas con niveles altos de imaginación visual o experiencias cercanas al lucid dreaming (sueño lúcido), pueden reportar haber visto rostros claramente nuevos en sus sueños. Aunque no hay consenso científico firme, algunos neurocientíficos sostienen que el cerebro podría sintetizar nuevas combinaciones a partir de millones de fragmentos visuales, generando algo que percibimos como “nuevo”.

El misterio de lo cotidiano

Soñar con personas desconocidas no es raro ni sobrenatural. Es una prueba más del poder de nuestro cerebro para mezclar memoria, emoción y creatividad, incluso mientras dormimos.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp