El Parlamento de Irán solicitó este domingo el cierre del estrecho de Ormuz, un paso marítimo estratégico que separa las costas de Irán y Omán, tras los recientes ataques militares de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes. Esta medida, que aún requiere la aprobación del Consejo Nacional de Seguridad de la República Islámica, podría tener repercusiones globales significativas debido a la importancia del estrecho en el transporte mundial de petróleo y gas.
El estrecho de Ormuz es una vía clave entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, con apenas 54 kilómetros en su punto más angosto. Por sus aguas transitan diariamente alrededor de 13 buques cisterna que transportan más de 15 millones de barriles de petróleo, equivalentes a cerca del 20% de la producción mundial de crudo. Un eventual cierre afectaría directamente los mercados energéticos internacionales y podría generar un aumento considerable en los precios del petróleo a nivel global.
¿Qué podría ocasionar el cierre del estrecho de Ormuz?
Al ser una ruta marítima esencial para el transporte de petróleo y gas natural, el cierre del estrecho interrumpiría el flujo habitual de energía hacia mercados clave en Asia, Europa y América. Esto podría desencadenar un aumento en los costos de la energía y una mayor volatilidad en los mercados internacionales. Además, al dificultar la llegada de estos recursos, podría afectar la economía global, especialmente en países altamente dependientes de estas fuentes energéticas.
Por otro lado, esta medida podría aumentar la tensión en una región ya marcada por conflictos, lo que complicaría aún más la estabilidad política y económica. También tendría un impacto en el comercio marítimo general, afectando no solo a los hidrocarburos, sino a otros productos que transitan por esta vía, lo que repercutiría en las cadenas de suministro mundiales.
Durante años, las autoridades iraníes han amenazado con bloquear el tránsito marítimo en respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos, especialmente aquellas relacionadas con el programa nuclear de Teherán. Aunque esas amenazas no se han concretado, la zona ha sido escenario de múltiples incidentes, incluidos ataques y confiscaciones de petroleros, que han aumentado la tensión en la región.
El aumento de la tensión se remonta a 2018, cuando Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear firmado en 2015, alegando que Irán incumplió los límites en el enriquecimiento de uranio. En abril de 2019, la escalada continuó con la intensificación de las sanciones estadounidenses a las exportaciones de petróleo iraní, lo que provocó nuevas amenazas por parte de Teherán de cerrar el estrecho.
En respuesta a la vulnerabilidad de esta ruta estratégica, en 2021 Irán inauguró una terminal de exportación de petróleo en el mar de Omán, en la ciudad de Jask, en la provincia de Hormozgan. Esta instalación permite transportar crudo a través de un oleoducto de mil kilómetros desde el campo petrolífero de Goreh, evitando así el paso por el estrecho de Ormuz. En su primera fase, el oleoducto tiene capacidad para 300 mil barriles diarios, con planes de expandirse hasta un millón.
Las tensiones han persistido en los últimos años, con episodios como el ataque en abril de 2024 contra el consulado iraní en Damasco, que dejó siete guardias revolucionarios muertos y por el cual Irán responsabilizó a Israel, casi desencadenando el cierre del estrecho.
Actualmente, la escalada se intensifica tras la reciente operación militar israelí contra infraestructuras atómicas y energéticas en Irán. La posibilidad de que Teherán cierre el estrecho de Ormuz mantiene en alerta a la comunidad internacional debido a las posibles repercusiones económicas y geopolíticas que esta medida podría generar.