UNA VIL BURLA. La crítica pública le hace a los legisladores del G-15 del Congreso de Morelos lo que el viento a Juárez. O eso es lo que dejan ver, porque de lo contrario, es inexplicable su forma de proceder desde las curules.

Es claro que el grupo mayoritario de diputados no tiene ningún empacho en poner sus propios intereses por encima de cualquier asunto, sin importar si en el proceso se pasa por encima de la sociedad o la ley. Ayer fue la gota que derramó el vaso.

Aprobaron un decreto que básicamente establece que los hijos e hijas de diputados puedan recibir una pensión, bastante jugosa, por cierto, en caso de que algún legislador fallezca durante el ejercicio de su cargo.

La justificación viene de la mano del caso de la diputada Gabriela Marín, lamentablemente asesinada en octubre del año pasado, pero resulta vergonzoso que hasta de un tema tan delicado quieran sacar raja. Sin embargo... ¿Dónde están entonces las pensiones de todos aquellos que también se han convertido en huérfanos a causa de hechos violentos? ¿Acaso no lo merecen? ¿Valen menos? En sus redes sociales, el Congreso presumió que con la aprobación de la pensión de orfandad se asegura el bienestar de los menores... ¡Lo que les faltó aclarar ahí que sólo es el bienestar de los menores que tengan parentesco con los diputados!

PANTALLA, NO JUSTICIA. Si de hacer justicia en el caso de la diputada Gabriela Marín se trataba, resulta contradictorio que los diputados del G-15 hayan sido tan condescendientes con la Fiscalía de Morelos. Porque sí, hay que decirlo, ninguno de ellos levantó suficientemente la voz para exigir una verdadera justicia para Marín. Pura pantalla y beneficio propio.

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