En un país sumido en una profunda crisis económica, política y social, el presidente Nicolás Maduro ha decidido adelantar la temporada navideña, un gesto que ha generado tanto burlas como críticas en el ámbito nacional e internacional. En medio de apagones generalizados, una economía colapsada y un clima de creciente represión política, Maduro anunció que la Navidad comenzará oficialmente el 1 de octubre, a través de un decreto nacional.

El anuncio fue realizado durante su programa de televisión "Con Maduro más", donde el mandatario, acompañado de su esposa y altos funcionarios del gobierno, declaró: “¡Ya huele a Navidad!”. La multitud que lo acompañaba respondió con vítores y aplausos, mientras Maduro prometía una temporada festiva “con paz, felicidad y seguridad”.

No es la primera vez que Maduro adelanta las festividades navideñas. Sin embargo, este año el anuncio se da en un contexto especialmente tenso. Desde las disputadas elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que Maduro se proclamó vencedor sin que el consejo electoral publicara un desglose de los resultados, Venezuela ha visto aumentar la represión política y la agitación social. El principal candidato de la oposición, Edmundo González, ha presentado pruebas de que ganó de manera decisiva, respaldado por instituciones no partidistas como el Centro Carter y la ONU, que han cuestionado la legitimidad del proceso electoral.

La respuesta del gobierno a estas acusaciones ha sido implacable. Desde las elecciones, más de 2000 personas han sido detenidas, muchas de ellas acusadas de terrorismo, y al menos dos decenas han muerto en protestas. A esto se sumó un apagón nacional el pasado viernes, que Maduro atribuyó sin pruebas a un supuesto sabotaje de la oposición.

En este ambiente de tensión, el anuncio de la Navidad anticipada ha sido visto por muchos como una distracción burda de la realidad. El periodista de Univisión, Félix de Bedout, calificó la decisión de Maduro como un “delirio de dictador”, y en las redes sociales, las críticas y burlas no se han hecho esperar.

Sin embargo, algunos simpatizantes del gobierno han defendido la medida. Barry Cartaya, periodista de un canal progubernamental, escribió en la plataforma X que los críticos de la decisión son “amargados” y llenos de odio, preguntando retóricamente: “¿Quién puede negarse a extender la época más linda del año?”

En Venezuela, la Navidad es una celebración profundamente arraigada en la cultura, y aunque la crisis ha reducido las festividades, muchas familias aún se reúnen, a menudo de manera virtual, para mantener viva la tradición. Este año, sin embargo, la Navidad en Venezuela estará marcada por la ausencia de seres queridos, ya sea por la migración masiva o por la represión estatal.

El intento de Maduro de desviar la atención hacia las festividades navideñas no ha logrado ocultar el creciente abismo entre la propaganda oficial de prosperidad y la cruda realidad que enfrenta la mayoría de los venezolanos. Con un país en ruinas y una población cada vez más desesperada, la Navidad adelantada parece ser, para muchos, una estrategia más para evitar enfrentar las verdaderas necesidades y demandas de la nación.

 

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