En el verano de 2019, Microsoft Japón implementó un experimento laboral que atrajo la atención internacional: la reducción de la jornada a cuatro días por semana sin recortar el salario. Durante el mes de agosto, más de 1,300 empleados participaron en el programa piloto "Work-Life Choice Challenge Summer 2019", que otorgó todos los viernes como días libres pagados.
El resultado fue contundente. Según el informe oficial de la empresa, la productividad de los empleados —medida en términos de ventas por trabajador— aumentó en un 39.9% en comparación con el mismo mes del año anterior. Además de la mejora en el rendimiento, se registraron otros beneficios notables: el consumo de electricidad se redujo en un 23%, y la impresión de hojas de papel cayó un 59%, lo que representó también un impacto positivo en términos ecológicos.
El programa también incluyó una serie de recomendaciones para mejorar la eficiencia del tiempo de trabajo. Por ejemplo, las reuniones se limitaron a 30 minutos y se alentó a los empleados a comunicarse por medios digitales en lugar de encuentros presenciales innecesarios.
Los empleados respondieron favorablemente a la iniciativa: el 92.1% dijo estar satisfecho con la jornada laboral más corta, lo que sugiere que los beneficios no solo fueron económicos, sino también emocionales y de bienestar personal.
Aunque la experiencia no se tradujo en una política permanente, Microsoft Japón consideró el experimento como un caso de estudio relevante para futuras decisiones laborales. El ensayo se sumó al creciente debate global sobre la viabilidad de reducir los días laborales como una forma de mejorar la calidad de vida sin afectar la eficiencia productiva.
A medida que más empresas alrededor del mundo exploran modelos de trabajo más flexibles, el caso de Microsoft Japón se ha convertido en una referencia clave para repensar las dinámicas laborales tradicionales.
