MARCHAS DE PROTESTA
Las marchas que las mujeres están haciendo por la república, especialmente en la Ciudad de México, tienen toda la razón del mundo. Desde la primera vez que sacaron el color verde en su ropa y en las pañoletas y banderolas, ese color ya se convirtió en un distintivo para la lucha por sus principios y derechos que merecen ser atendidos de inmediato por las autoridades de todas las distintas instituciones que están hechas especialmente para ponerles atención y lograr que se respeten sus derechos emanados en la constitución, mismos que no han sido tomados en serio a través del tiempo por el hombre. la mayoría de los habitantes de este País son mujeres.
Quejas que se van empolvando en los escritorios de los empleados oficiales y que luego por falta de interés por parte de una burocracia machista a las órdenes de sus indiferentes patrones, quienes han aceptado a la mujer trabajadora en los niveles más bajos de la escala laboral, dentro de los planteles escolares son pocas las que llegan a un bachillerato, porque las madres las tienen que preparar para cuando se casen, en lugar de tener una carrera, tenían que aprender a cocinar, a cuidar de sus obligaciones en casa, en atender a su marido y a sus hijos, pues el saber no se hizo para la mujer, pero en el hogar sí se es una reina.
EN LA ACTUALIDAD
Y así, en pleno siglo XXI. Poco es el porcentaje que pasa de la secundaria, ya ni digamos de los estudios medio superior y por extraño que parezca, contadas son aquellas que terminan una carrera escolar, porque sus conocimientos son un estorbo para algún puesto de altura, pues quién va a obedecer a una arquitecta mujer, a una oculista, a una carpintera o electricista. Será una partera, una enfermera, pocas médicas, una profesora de escuela para menores, pero en la gerencia de una empresa ni soñarlo, “porque al rato se embaraza y nos deja tirado el negocio”, piensan la generalidad de los propietarios.
Hasta principios del siglo XX en que el hombre tuvo que ir a la guerra y las mujeres a atender el ganado, la tienda o la cosecha. Entonces se comenzó a entrever la posibilidad de que fueran a trabajar por la falta de la mano de obra de los que fueron a la guerra y comenzaron a ser obreras, dueñas de negocios, y de trabajos superiores pero con sueldos más bajos que los de aquellos hombres.
Muchas de ellas que no consiguieron un trabajo adecuado, tuvieron que laborar durante la noche con la problemática que ello acarrea para un hombre, ya no digamos para una mujer, donde al amparo de la oscuridad son violadas, golpeadas, secuestradas o asesinadas, cuyas familias lo guardan en secreto o levantan un acta sin que ese delito ni siquiera sea indagado.
TIEMPOS DE PAZ
Se acabaron esas guerras, pero no así los delitos contra las mujeres de los que todo mundo ha oído, como “las muertas de Juárez” en la frontera norte de México, cuando las obreras de las maquiladoras comenzaron a desaparecer o ser encontradas muertas, para después seguir con las trabajadoras domésticas y luego a las jóvenes estudiantes de las que de muy pocas se encontró rastro. De entonces hasta hoy la historia se ha ido repitiendo, sin contar los abusos que ellas tienen que soportar de los patrones para seguir en su trabajo ya sea de domésticas, de secretarias, de actrices y de lo más agresivo y menos escuchado por la sociedad es la violencia familiar, cuyos conjugues guardan silencio para no perder su seguridad económica, la de sus hijos, las burlas a él de sus compañeros de trabajo. Por esas y otras razones, ni siquiera dan parte a las autoridades, quienes pueden castigar a cualquiera de ellos y se va a deshacer la familia entera.
También se han defendido la diversidad sexual, el derecho a decidir lo que deseen hacer con su propio cuerpo, el que el derecho de abortar no vuelva a ser un delito y que sea cual fuere la razón de su embarazo, la mujer podrá decidir lo que le sea más benéfico para ella misma, sin la injerencia de ninguna autoridad, ni la oposición de algún médico del ramo que se dedique a esa especialidad. Al igual que el matrimonio del mismo sexo, el derecho de tener hijos, ya sea por adopción o por inseminación, la realidad trans; el que debe ser castigada aquella persona que no respete ese derecho y se le dé el trato que merece todo ciudadano.
ALCANCE DE PETICIONES EN LAS MARCHAS.
Eso y más es lo que las mujeres ya han conseguido a través de sus marchas, sus organizaciones, sus exigencias frente a las autoridades y ante la ciudadanía.
Todo está muy bien y las felicitamos por los derechos que se han ganado frente a una sociedad machista, racista y clasista, las que han sabido entender que todos los seres humanos debemos y podemos ser libres, en especial las mujeres, que han sido ninguneadas y las que han sufrido en forma física, sicológica, laboral, desdeñadas por unas leyes del mimo tipo aquí mencionadas, además de sus derechos políticos en cuanto a igualdad de trato, puestos de trabajo doméstico, grupos sindicales, para evitar que se eternicen en la de los maestros de las escuela de sus hijos, en sindicatos de sexenios anteriores y los feminicidios que están a la orden del día. Pero que tienen que estar resueltos de inmediato.
ALGO LES FALTA PARA LOGRAR SUS EXIGENCIAS
Una pequeña gran mancha hace que estas concentraciones, marchas y pancartas alusivas al problema por el que protestan, se vean boicoteadas por grupos organizados desde afuera por manos ajenas. Nos referimos a las mujeres vestidas de negro, encapuchadas y con implementos, peligrosos y en su mayoría destructivos; como martillos, bombas “Molotov”, piedras, botes de pintura indeleble que con los que pintarrajean: negocios, paredes, monumentos nacionales, escuelas, casas particulares y lo que encuentren en su camino. Varias de ellas se dan cuenta de eso, pero callan para no también ser agredidas y otras piensan que esos grupos pertenecen a la marcha que están efectuando. Pero se preguntan: por qué encapuchadas. ¿Qué persiguen con eso, quiénes son que tienen miedo a ser reconocidas?
A pesar de que la policía les hacer valla para que pacíficamente continúen por el camino que tengan trazado y no se vean afectadas por gente enojada en sus casas y negocios, por agresiones de las enmascaradas, las que también atacan a las policías que resguardan la manifestación. Ellas tienen órdenes de no repeler dichos ataques y llegar a caer en la trampa que estas enmascaradas llevan otra intención que no tiene nada que ver con la autoridad o con la marcha pacífica de mujeres con pañuelos y pancartas verdes.
Las peticiones que exigen en sus marchas son atendidas por las autoridades. Varias de ellas ya fueron resueltas. Pero para que tengan el respaldo de la ciudadanía, deben seguir organizadas y no permitir la intromisión de dichas encapuchadas.
Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com
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