Aunque muchos creen que lavar o remojar las esponjas en agua caliente es suficiente para mantenerlas limpias, los expertos advierten que esta práctica es, en realidad, un error.

Un estudio del Instituto de Biología de la Universidad de Furtwangen, en Alemania, reveló que una sola esponja puede contener hasta más de 45 mil millones de bacterias por centímetro cúbico, convirtiéndola en uno de los objetos más contaminados del hogar.

El agua caliente no alcanza temperaturas lo bastante altas para eliminar estos microorganismos. Al contrario, la humedad constante y los restos de comida que quedan atrapados entre las fibras crean el ambiente perfecto para su proliferación.

Entre las bacterias más comunes se encuentran E. coli, Salmonella y Staphylococcus aureus, todas potencialmente peligrosas para la salud.

Los especialistas recomiendan cambiar las esponjas al menos una vez por semana, evitar dejarlas húmedas y optar por cepillos o fibras naturales que se sequen más rápido. Otra alternativa es desinfectarlas en el microondas durante un minuto —aunque solo si no tienen partes metálicas— o sumergirlas en vinagre blanco.

El mensaje es claro: el agua caliente no limpia las bacterias, solo las calienta. Y mantener una cocina saludable empieza por el objeto más cotidiano… la esponja.

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