Imagina un enemigo que no se ve venir: una mosca diminuta, casi imperceptible, que deposita huevos en una herida abierta. Horas después, larvas voraces emergen y devoran tejido vivo, convirtiendo a un animal sano en un cadáver andante. No es una escena de película de terror, sino la cruda realidad del gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax), una plaga que México creía erradicada hace décadas.
Pero en 2025, esta pesadilla regresó con fuerza, no sólo para el ganado, sino para perros y gatos callejeros, y hasta humanos en comunidades marginadas. Peor aún: mientras el gobierno federal invierte miles de millones en reses, los 33 millones de perros sin hogar —la mayoría en zonas pobres— se convierten en vectores silenciosos de una crisis que podría escalar a ciudades enteras.
El 28 de abril de 2025, un perro en Chiapas dio la alarma: el primer caso confirmado de infestación en una mascota. Seis meses después, el boletín del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) del 1 de noviembre reveló una explosión: 1,118 perros y 19 gatos con miasis verificada. Estos no son números abstractos; son animales que llegaron a clínicas veterinarias, arrastrando heridas supurantes donde larvas blancas y retorcidas se retorcían como gusanos de un infierno bíblico.
Pero el horror real se esconde en las sombras: miles de perros en rancherías y basureros, sin atención médica, mueren en agonía, multiplicando la plaga. En Chiapas, el epicentro, se estiman 2 millones de canes sin hogar; ninguno recibe vigilancia sistemática.
Esta no es solo una crisis animal. Es un espejo de las desigualdades mexicanas: la plaga azota municipios pobres donde el bienestar animal es un lujo inalcanzable. En Tapachula o Ocosingo, familias indígenas y campesinas conviven con perros heridos que deambulan, llevando larvas en sus llagas de herida a basurero, de comunidad a camino real. Un animal infestado se transforma en un "reproductor activo de moscas": la hembra regresa una y otra vez, depositando huevos hasta que el huésped colapsa, liberando cientos de parásitos al viento.
Si esta dinámica se arraiga en colonias urbanas —donde el Estado de México concentra 8 millones de perros callejeros—, la contención sería un caos logístico: poblaciones nómadas, imposibles de capturar, propagando la muerte a escala metropolitana.
Un Enemigo Antiguo, un Regreso Traumático
El gusano barrenador no es novedad en América tropical. Originario de regiones como Cuba y el Caribe, fue erradicado de México en los años 90 gracias a campañas masivas con moscas estériles —insectos irradiados que se aparean sin reproducirse, colapsando la población parasitaria—. Pero en noviembre de 2024, un cargamento ilegal de ganado desde Centroamérica lo reintrodujo por Catazajá, Chiapas. Desde entonces, la plaga ha infectado a más de 9,000 animales, con 941 casos activos al cierre de octubre, el 99.9% en el sur-sureste.
Bovinos lideran con miles de víctimas, pero perros (636 reportados hasta septiembre) y gatos (13) escalan como la segunda y tercera especies afectadas.
El ciclo es implacable: la mosca hembra detecta olores de sangre o pus a kilómetros, deposita hasta 300 huevos en 5 minutos. Las larvas eclosionan en 12 horas, crecen devorando carne viva —hasta 2 cm en una semana— y pupan en el suelo, emergiendo como nuevas moscas en 5-7 días. En perros callejeros, las heridas iniciales (peleas, alambres, parásitos) son portales perfectos. "Un perro infestado es un vector móvil", explica un informe de SENASICA: deambulan entre rancherías, transportando larvas adheridas a su pelaje.
En Yucatán, un caso en Seyé alertó a autoridades locales: un can callejero con gusanos recolectados y enviados a laboratorio.
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Bovinos |
5,258 (mayoría) |
Chiapas, Veracruz |
Pérdidas >$600M USD en exportaciones |
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Perros |
1,118 |
Chiapas, Yucatán |
Vectores en calles; 70% sin hogar |
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Gatos |
19 |
Chiapas, Tabasco |
Casos subreportados en ferales |
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Equinos |
328 |
Sureste |
Afecta transporte rural |
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Humanos |
85 (5 fallecidos) |
Chiapas (42 casos) |
Heridas diabéticas, higiene precaria |
Fuente: SENASICA y Secretaría de Salud, compilado de reportes 2025.
El Silencio de las Calles: 33 Millones de Perros, Cero Protección
México ostenta el dudoso honor de tener la mayor población de perros callejeros en América Latina: 33 millones, según la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE), de un total de 43.8 millones de canes.
El 70% deambula sin dueño, reproduciéndose sin control —una hembra genera hasta 20 camadas en su vida—. En Chiapas, 2 millones de estos "fantasmas peludos" pululan en zonas rurales, donde la pobreza extrema (índice de 74.7% en algunos municipios) hace del bienestar animal un mito.
Chiapas, el estado más pobre de México, no considera el maltrato animal como delito penal —único en el país—, y carece de programas para detectar o contener la plaga en mascotas.
En Tuxtepec, Oaxaca, pobladores alertan en redes: perros locales con llagas infestadas, sin brigadas estatales.
Ningún gobernador ha desplegado operativos amplios; los recursos se centran en ganado exportable. "El gobierno normaliza la plaga como 'parte de la vida cotidiana'", critica Lucía Hernández, divulgadora científica, en un post viral que acumula 3,700 likes.
Sin una figura federal responsable de animales de compañía —a diferencia de la Comisión México-EE.UU. para la Fiebre Aftosa—, los perros pagan el precio de la indiferencia. El impacto humano es escalofriante: 85 casos en personas confirmados en 2025, 42 en Chiapas, con 5 muertes —principalmente en diabéticos con heridas mal atendidas—. En Maní, Yucatán, el sexto caso en humanos: un adulto mayor con larvas en una úlcera.
La miasis humana, aunque rara, prospera en la pobreza: higiene precaria, acceso limitado a salud.
Respuesta Gubernamental: Éxitos en Ganado, Vacíos en Mascotas
El gobierno de Claudia Sheinbaum ha invertido 2,122 millones de pesos (114 millones de dólares) en 2025, liberando 4,000 millones de moscas estériles desde Panamá y EU.
SENASICA entrena "súper perros" rescatados —seis binomios caninos detectan olores de infecciones en ganado, con planes para 300 más.
Una planta en Metapa, Chiapas (51 millones de dólares, México-EE.UU.), producirá 100 millones de moscas semanales en 2026.
Estas medidas contuvieron la plaga en el sur, evitando su salto al norte —crucial para exportaciones, que suman 642 millones de dólares perdidos por cierres fronterizos.
Pero para mascotas, el enfoque es reactivo: inspecciones obligatorias en traslados, con multas por no curar heridas.
No hay campañas masivas de esterilización ni albergues equipados en zonas pobres. En Jalisco, un caso en Encarnación de Díaz activó protocolos, pero solo para bovinos.
Críticos como Josefina Martín, etóloga, señalan: "La falta de educación y esterilización perpetúa el ciclo".
Voces del Olvido: Testimonios que Gritas Silencio
En las calles de Tapachula, María López, una campesina de 52 años, ve morir a su perro mestizo: "Llegó cojeando de una pelea; al día siguiente, gusanos en la pata. No hay veterinario cerca, y el SENASICA sólo pasa por vacas". En redes, alertas desesperadas: en Tuxtepec, un video muestra un can retorciéndose, con larvas visibles; en Yucatán, aves silvestres y exóticos en zoológicos confinados ya portan la plaga.
"Si no actuamos, los perros callejeros serán la pandemia de las ciudades", advierte un veterinario en X.
Hacia un México sin Plaga: Llamado a la Acción
Esta crisis no es inevitable. Esterilizaciones masivas —como las 1,800 gratuitas de Mars Pet en 2025— podrían frenar la superpoblación canina.
Brigadas itinerantes en Chiapas, con apoyo federal, detectarían casos tempranos. Y una ley nacional de bienestar animal, con fondos dedicados, rompería el ciclo de abandono.
México ha vencido al gusano antes; hoy, el reto es más grande: integrar a los invisibles. Si ignoramos a los 33 millones de perros, no solo devoraremos su carne, sino nuestra humanidad. ¿Cuántos más deben morir para que escuchemos su aullido?
