Las llamadas telefónicas han pasado de ser una herramienta esencial de comunicación a convertirse en una fuente de ansiedad para muchos jóvenes. A diferencia de los mensajes de texto o los audios de WhatsApp, una llamada exige atención inmediata y deja poco margen para editar lo que se dice. Este fenómeno, conocido como telefobia, afecta a un gran porcentaje de los millennials y la Generación Z, quienes prefieren evitar hablar por teléfono siempre que sea posible. Para ellos, una llamada no programada es casi tan aterradora como ver que su batería está en 1 % sin un cargador a la vista.

Prefieren un mensaje antes que una llamada

Estudios psicológicos han relacionado la telefobia con la ansiedad social, señalando que el temor a ser evaluados o cometer errores en tiempo real genera incomodidad en muchos jóvenes. La falta de pistas visuales y la espontaneidad de las llamadas contrastan con la comunicación escrita, donde los usuarios pueden editar y controlar su mensaje antes de enviarlo. Porque, claro, siempre es mejor sonar ingenioso en un chat a responder "este… sí… bueno… no sé" en una llamada.

Encuestas recientes reflejan esta aversión creciente. Un estudio realizado en el Reino Unido por Uswitch revela que el 75 % de los millennials prefiere enviar un mensaje antes que llamar. En Australia, un informe de CommBank indica que cerca del 60 % de la Generación Z evita hacer llamadas siempre que sea posible. Además, una encuesta de Statista señala que solo el 16 % de los jóvenes trabajadores considera productivas las llamadas telefónicas. La pandemia y la digitalización de la comunicación han reforzado la dependencia de la mensajería instantánea, relegando las llamadas a situaciones excepcionales, como cuando se pierde el Wi-Fi y solo queda la desesperada opción de llamar a servicio al cliente.

Los boomers prefieren las llamadas

Este cambio en la forma de comunicarse contrasta con generaciones anteriores, como los baby boomers y la Generación X, quienes crecieron usando el teléfono como un medio esencial. Según un estudio publicado por El Confidencial, solo el 40 % de los boomers experimenta ansiedad al hablar por teléfono, mientras que en los millennials este porcentaje asciende al 70 %. Para los boomers, hablar por teléfono es tan natural como escribir con lápiz y papel, mientras que para los más jóvenes, es casi un deporte extremo.

Para muchos jóvenes, una llamada inesperada se percibe como una interrupción innecesaria o, peor aún, como una señal de urgencia y malas noticias. Además, en una era dominada por el on-demand y la multitarea, los mensajes escritos permiten responder en el momento más conveniente sin interrumpir otras actividades. En otras palabras, si pueden evitar hablar y solo enviar un emoji de "ok", lo harán.

No estar habituado a hablar por teléfono aumenta la inseguridad

La telefobia también tiene un componente psicológico y tecnológico. La falta de práctica en conversaciones telefónicas puede generar inseguridad, y la costumbre de comunicarse a través de texto o notas de voz refuerza la evitación de las llamadas. Para muchos, el simple sonido del tono de llamada es suficiente para entrar en pánico y considerar si de verdad vale la pena contestar o si es mejor dejarlo sonar y enviar un "¿qué pasó?" por mensaje después.

Para mitigar este miedo, expertos recomiendan estrategias como la exposición progresiva, la práctica estructurada y la terapia cognitivo-conductual. De hecho, algunas empresas han comenzado a ofrecer capacitaciones para ayudar a los jóvenes a recuperar la habilidad oral en llamadas telefónicas. Un ejemplo es la consultora canadiense The Phone Lady, especializada en entrenar a millennials y Gen Z en el uso del teléfono en entornos laborales. En los últimos años, la demanda de estos cursos ha ido en aumento. Sí, llegamos al punto en que hay que pagar para aprender a hablar por teléfono, algo que nuestros abuelos hacían con los ojos cerrados.

A largo plazo, la clave podría estar en encontrar un equilibrio entre la comunicación escrita y oral. Mientras que los mensajes ofrecen comodidad y control, las llamadas siguen siendo una herramienta valiosa para la comunicación rápida y efectiva en ciertas situaciones. Quizá en el futuro, la Generación Z logre reconciliarse con las llamadas telefónicas o, al menos, aprender a convivir con ellas sin sentir que están en una prueba oral sorpresa.

 

marzo  2025  - CDI Morelos

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