Científicos japoneses han logrado un hito en la medicina transfusional al desarrollar una sangre artificial compatible con todos los grupos sanguíneos. Este avance, liderado por investigadores de la Universidad Médica de Nara y la Universidad de Chuo, promete revolucionar la atención médica en situaciones de emergencia, zonas de conflicto y áreas con acceso limitado a servicios de salud.
La sangre artificial está compuesta por glóbulos rojos y plaquetas cultivados en laboratorio, encapsulados en microburbujas sintéticas que permiten el transporte de oxígeno y facilitan la coagulación, imitando las funciones de la sangre humana real . A diferencia de la sangre natural, estas células artificiales carecen de antígenos que determinan el tipo sanguíneo, eliminando la necesidad de pruebas de compatibilidad previas a una transfusión.
Uno de los principales beneficios de esta innovación es su capacidad de almacenamiento: puede conservarse a temperatura ambiente durante más de un año, superando la vida útil de la sangre donada, que generalmente requiere refrigeración y tiene una duración limitada.
Tras resultados prometedores en estudios con animales, donde se observó una tasa de supervivencia comparable a la obtenida con sangre real, Japón inició en marzo de 2025 ensayos clínicos en humanos. En estos estudios, se administran entre 100 y 400 mililitros de sangre artificial a voluntarios sanos para evaluar su seguridad y eficacia como transportador de oxígeno.
Hasta el momento, algunos participantes han experimentado efectos secundarios leves, como fiebre o sarpullido, sin cambios significativos en las constantes vitales . Si los resultados continúan siendo positivos, se espera que la sangre artificial esté disponible para su uso clínico generalizado antes de 2030.
La creación de sangre artificial compatible con todos los grupos sanguíneos tiene el potencial de transformar la medicina transfusional a nivel mundial. Podría ser especialmente beneficiosa en situaciones donde la disponibilidad de sangre es limitada, como en zonas de conflicto, áreas rurales y durante desastres naturales.
Además, esta innovación podría aliviar la presión sobre los sistemas de salud dependientes de donaciones de sangre, reducir el riesgo de complicaciones relacionadas con incompatibilidades y facilitar la gestión de suministros sanguíneos en áreas remotas.
La comunidad científica internacional observa con atención este desarrollo, que podría marcar el inicio de una transformación global en el manejo de transfusiones sanguíneas.