Cuauhnáhuac distaba a doce leguas de México-Tenochtitlan, una legua era la distancia caminada en una hora según medición de principios de la época colonial. La rueda no existía para transporte, se usaba solo en juguetes.
Con la llegada de equinos en la época colonial, se construye el Camino Real para carretas de carga y diligencias para pasajeros, en tramos era de terracería y en las pendientes pronunciadas de empadrado, y se disminuyó el trayecto de manera considerable.
En 1897 a la llegada del tren a Cuernavaca, se redujo a la mitad de ese tiempo, además de la comodidad que representaba, fue un detonante para la actividad comercial y social de la ciudad, que en ese tiempo tenía el mismo número de habitantes que en la época colonial, era gobernador Don Manuel Alarcón. En aquel año, se introduce el agua potable entubada desde los manantiales de Gualupita que afloraban en el parque Carmen Romero Rubio, hoy Melchor Ocampo, antes, se distribuía por medio de canales a cielo abierto. Se remodela la fachada del Palacio de Cortés con estilo “almohadillado” dibujado, entonces de moda, para recibir al presidente Díaz quien inauguró la estación del ferrocarril y se le ofreció un banquete en Jardín Borda.
Se construyó la Calzada Leandro Valle de un kilómetro ochocientos diez metros, era la vía más ancha y nivelada de la ciudad, a esta vía se le construyó el Puente Porfirio Díaz y se ornamentó con jardines y fuentes. En esa calzada se instaló una vía férrea de menos de un metro de ancho para pequeños tranvías movidos por mulas que llevaban y traían carga y pasajeros hasta el entonces Mercado Juárez hoy Plaza de Armas, este servicio inició en 1899, interrumpido en varias ocasiones durante la Revolución, por la proliferación del automóvil funcionó hasta 1928.
Con la llegada del ferrocarril, se construye “El Castillito”, con un siglo y cuarto, es una construcción porfiriana de influencia francesa, llama la atención por su pequeñez, hecho de tabique prensado, está instalado en lo alto de la loma a un costado de la Iglesia del Calvario, sirvió primero para morada del guardavía de donde podía vigilar también los jardines y el puente. Entre 1899 y 1903, también con ese tabique prensado, Don Ramón Oliveros construyó el Hotel Moctezuma –hoy Plaza Moctezuma en calle Matamoros- con 34 habitaciones, era el primer hotel hecho para tal fin, contaba con baños en cada habitación con muebles traídos de Francia, vajilla importada y cuchillería de plata. Otras construcciones con ese tabique se encuentran, una, en la esquina de Lerdo de Tejada y Comonfort y un sinnúmero de casonas señoriales en la Ciudad de México en las colonias Condesa y Roma; además de la “Fábrica de papel Loreto” -fusionada con “Peña Pobre”- hoy convertida en “Plaza Loreto” en el sur de la Ciudad de México.
Y Cuernavaca floreció, fue más visitada por personajes nacionales y extranjeros que le dieron fama mundial, Alfonso Reyes, Miguel Alessio Robles y Malcom Lowry escribirían sobre ella.
Durante la Revolución, El Castillito quedó abandonado, en los años treinta, cuando ya había desaparecido el servicio del tranvía, se acondicionó para vivienda del señor Arcadio Varela encargado de Parques y Jardines y del Programa de Reforestación de la Ciudad, lo ocupó hasta su muerte en 1962, su familia siguió viviendo ahí hasta 1983, quedando en abandono, hasta que en 1986 fue restaurado por el Ayuntamiento, dedicándolo a Museo Fotográfico de la Ciudad, alberga objetos, muebles y fotografías de finales del siglo XIX y principios del XX, es uno de los museos más pequeños del mundo.
-Dos empresarios destacados participaron en el progreso de la ciudad; uno es Don Ramón Oliveros Barón, hijo de Ignacio Oliveros administrador de la hacienda de San Gabriel de las Palmas entonces propiedad de Ignacio Amor, la última heredera fue la poetisa Pita Amor. A Ignacio Amor, quien la adquirió en 1887, le tocó la revuelta zapatista, estudió en Inglaterra junto con Ramón Oliveros, quien a su regreso le otorgaron el contrato de fabricación de miles de durmientes para la vía del tren a Cuernavaca, e instaló aquella fábrica de tabique prensado.
El otro fue Don Eugenio J. Cañas, quien dirigió las obras de la Calzada Leandro Valle; superviso la construcción de la vía del tren de mulitas, concesión otorgada por cincuenta años al norteamericano William T. Pritchard, quien a pocos años la traspasó a Don Eugenio con todo y vías, tranvías, animales de tracción y el terreno donde se guardaban donde ahora está el Hotel Los Canarios. En 1899, Don Eugenio, instaló la primera fábrica de hielo e introdujo la luz eléctrica a la ciudad, ambas plantas estuvieron frente al Panteón de la Leona, activadas por el caudal de agua descubierto y excavado por su iniciativa en el sitio ahora conocido como “El Túnel”. Así fue como se iluminaron las dos plazas centrales y las principales calles de la ciudad -que años ante era de gas y aceite- en principio, con 30 postes y lámparas eléctricas, casas y edificios principales como el Palacio de Cortes y el Teatro Porfirio Díaz –hoy Morelos- planta que en 1906, Don Eugenio, la pasó al sur de los manantiales de Chapultepec cuya abundante corriente activaba el generador de energía, y le dio el nombre de “El Águila”.
Época en que llega la modernización, a la ya entonces nombrada Ciudad de Cuernavaca.
P. D. Hasta el otro sábado
Vista desde El Castillito; al frente la loma de El Miraval; Puente Porfirio Díaz con sus jardines y la vía del tren tirado por mulitas.
Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx
