La contienda electoral que está en proceso es la oportunidad para definir o redefinir el país que queremos. Conforme avanzan los tiempos, se van decantando las fuerzas políticas en juego. En los años transcurridos del nuevo régimen se han puesto de manifiesto las ideas centrales de la llamada 4ª. Transformación.
A nivel nacional ha quedado claro que la llamada cuarta transformación es una suerte de regreso al modelo político y económico de los años sesentas y setentas, que predominó en varios países de América, el cual se caracteriza, de acuerdo con Santiago Ylarri: “los rasgos.. presentes en aquellos movimientos catalogados como populistas son los siguientes: rechazo a los profesionales de la política; desconfianza en las instituciones públicas existentes; diálogo directo entre la dirección del movimiento y la base social; fuerte voluntad de movilización y participación social; retórica nacionalista y liderazgo caudillista.”
En Morelos no se expresa de la misma manera. Podemos observar más bien la falta de autoridad, como se puede observar en el manejo de la pandemia, el manejo del presupuesto y los conflictos entre los poderes legislativo y el ejecutivo.
Las nociones de la llamada geografía política entre derecha e izquierda están diluidas. No hay derecha ni izquierda y el centro es difuso. Quizá tenga razón Roger Bartra al señalar en su libro “Regreso a la Jaula”, recién publicado, al señalar a la actual gestión como populista de derecha.
Morelos solamente se ve arrastrado por el modo personal de ejercer el poder a nivel nacional. Un estilo ecléctico que manda señales de ir por la ruta hacia un socialismo lo mismo que toma decisiones con una clara tendencia hacia la derecha. Ataca al neoliberalismo instalado en el país en los últimos decenios, al tiempo que pretende recuperar la rectoría del estado propiciada en los sesentas. Según Bartra se trata simplemente de un populismo. Un populismo de derecha.
Morelos tiene poca participación en la política nacional por ser una entidad pequeña que aporta sólo 9 diputados federales, frente a Estados como el Estado de México que tiene 38. Sin embargo sería malo restarle importancia. Aquí nació el movimiento agrarista que le dió ese carácter a la Revolución Mexicana.
La clase política morelense está viviendo una dispersión de la política por grupos políticos convertidos en partidos. Pequeñas agrupaciones que proliferaron y que no parece tener signos definidos en la geopolítica.
Es posible que conforme avance la contienda se vaya inclinando la intención del voto por alguno de los candidatos. Ante la falta de posición política de los partidos, veremos una confrontación entre los de aquí y los de allá. Sin importar ideologías o programa político, pues los partidos perdieron el rumbo y ya no representan ninguna ideología .
La prensa morelense desde tiempo atrás ha caracterizado a los políticos no nativos morelenses como los fuereños. Los candidatos nacidos en Morelos, los de aquí, acentuarán su localismo frente a los fuereños. Los de allá.
Entre los 19 candidatos a la presidencia municipal de Cuernavaca, muchos verán que no tienen posibilidades y se enfrentarán a una disyuntiva: Continuar con su proyecto personal hacia la nada o apoyar a alguno de los candidatos con más posibilidades.
Los partidos que están alineados con Morena no tendrán opción y declinarán a favor de su candidato. Más difícil le será a los candidatos no alineados que posiblemente se oferten al mejor postor. Suicidio político podría llamarse.
Cabe la esperanza de que el espíritu democrático permee en las conciencias de los candidatos y se inclinen sinceramente por uno de los dos proyectos en juego: los que están a favor de un populismo autoritario que sostiene el actual régimen, o el de la contención del populismo beligerante que lidera el Presidente.
Emiliano Zapata puede ser la inspiración. Luchó contra el centralismo e impulsó la reforma agraria que caracterizó a la Revolución Mexicana. Zapata y sus ideólogos lograron incidir en la Constitución de 1917. El Estado de Morelos, pese a sus reducidas dimensiones, tuvo un lugar preponderante en la lucha revolucionaria.
Votar en contra del proyecto lopezobradorista puede ser el pegamento que aglutine a la oposición, pues en el fondo se trata de dos proyectos de país. El voto por “los de aquí “ significaría el rechazo a la manera de ver el mundo de “los de allá”: el centralismo populista. Tendríamos que votar por “el de aquí” mejor posicionado, que tenga no sólo arraigo, sino también inteligencia, talento, experiencia y honestidad. En breve: el voto útil por los candidatos honorables de aquí que tengan la mayor posibilidad de ganarles a los de allá, pero que indiscutiblemente posean esas 4 cualidades…
Por Ariel Homero López Rivera / opinion@diariodemorelos.com
