Pensar la violencia nos lleva a sumergirnos por caminos escabrosos de insólitas y desagradables sorpresas. Fiódor Dostoyevski en Crimen y Castigo nos incrusta en la mente de un criminal enfebrecido en su propia espiral psicológica que justifica el asesinato de una vieja usurera. El asesinato lo convierte en un problema de justicia social, de moral y de castigo. Nos deja ver lo complejo de la maldad en la mente.

Las estadísticas sobre la violencia en nuestro país, en nuestro estado o en nuestro municipio nos advierten día a día de los riesgos que corremos por el simple hecho de caminar al cajero. Ante la pregunta del por qué de la violencia, nos encontramos respuestas que incluyen múltiples factores: pobreza, injusticia, educación, machismo, nuestras raíces, corrupción, impunidad, burocracia dell sistema de procuración de justicia o la enorme distancia entre ricos y pobres.

Cerramos los ojos. Nos ponemos anteojeras. No los veo ni los oigo. Y la violencia sigue creciendo en sus distintas modalidades.

Gonzales Iñárritu al dirigir la película Amores Perros con guión de Guillermo Arriaga, nos plantea y nos sacude al hacernos ver la cruda realidad de la CDMX.

El escritor y guionista Guillermo Arriaga en sus novelas nos pone ante la realidad social de la enorme mayoría de mexicanos. La mitad de los mexicanos es pobre. Una quinta parte lo es más, o sea, está en pobreza extrema.

En “Salvar el Fuego” (premio Alfaguara, 2020) Arriaga nos dice que el fuego de la esperanza se apaga una y otra vez. Arriaga logra mostrarnos esa realidad que nos obstinamos en no ver. Esa que es la fuente de las peores atrocidades que un humano comete sobre otro. Sus personajes van más allá de los pobres de Buñuel en “Los Olvidados” y nos muestra la inmensa distancia entre los jodidos y a los que les va bien. Sus personajes encarnan el amor tortuoso e imposible entre un desheredado y la mujer fresa, fifí, mundana: ”Mientras ella elegía entre vinos franceses en una cena con amigos que hablaban de sus vacaciones en la Toscana, él apuraba un taco de frijoles fríos en la esquina de un penal, escuchando cómo los custodios apostaban cigarros por cual reo moriría primero en el motín de esa noche. Marina discutía la injusticia de que su café latte llegara tibio; José Andrés calculaba cuántas tortillas podía robarle al compañero de celda antes de que lo apuñalaran. Dos Méxicos: uno que agonizaba en la miseria y otro que ni siquiera la olía bajo el perfume de los jardines”.

Arriaga en una líneas plasma el abismo existente y que se profundiza entre los privilegiados y la lucha animal por la supervivencia de los marginados. En unas cuantas líneas expone la desigualdad económica y la distancia moral entre quienes padecen el sistema y quienes lo ignoran desde su burbuja. ¿Dónde se origina la violencia? ¿Por qué se apaga el fuego de la esperanza?

El escritor profundiza en la mente criminal. Nos da una idea de lo complejo de la mente y la generación de la violencia. Va más allá de las estadísticas y nos sitúa en el pensar violento. Nos enseña cómo se van degradando los sentimientos y los valores. La saña y la crueldad galopan en el pensamiento y lo justifican. Más allá de los corridos o canciones, el escritor nos habla de la corrupción, la impunidad y una justicia que se ensaña con los carentes de recursos, de educación, de oportunidades. La educación es una puerta. Pero la violencia desplegada por los maestros de la CNTE, nos muestran el camino erróneo.

Las mesas de construcción de paz muestran los esfuerzos gubernamentales por reducir la violencia. El conteo de los delitos hablan de la poca eficacia mostrada hasta el momento. La violencia se muestra implacable. El fuego de la esperanza se apaga una y otra vez.

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