Como cantaba Pedro Infante: el dinero no es la vida, es tan sólo vanidad… fue visionario. El esfuerzo realizado por la administración federal, ha canalizado importantes recursos dirigidos a mitigar la pobreza de los más amolados. Sin embargo, Julio Boltvinik en sus artículos en La Jornada, ve a profundidad los efectos de la política pública del combate a la pobreza. El tema forma parte central de la lucha política. Los apoyos en efectivo ayudan, pero no resuelven. Hay que trabajar. De eso se trata.
Señala Boltvinik: “Aunque las remuneraciones crecieron en 9.1%… las transferencias (el cash) por programas sociales lo hicieron en 118.7 por ciento entre 2018 y 2022 … (pero, hace notar que ) las remuneraciones (por salarios y otros), representan 20 veces más que las transferencias gubernamentales que representan el 28 por ciento del PIB contra sólo 1.4 por ciento del cash de los programas sociales.
CONEVAL dio a conocer que 5 millones salieron de la pobreza entre 2018 y 2022. Nada mal. Sin duda es un importante avance. Reciben dinero en efectivo vía becas, apoyos a los adultos mayores, etc. La pobreza retrocedió de 51.9 millones a 46.8 millones de personas. Sin embargo, las personas que tienen acceso a la salud, disminuyeron de 50.4 millones a 20.1. millones. Cifra escalofriante: ¡30 millones menos!
Observa Boltvinik el comportamiento de los apoyos de los hogares pobres entre 2016 y 2022 y ve que la la pobreza se redujo en tres puntos porcentuales en seis años. “A ese ritmo de descenso, medio punto porcentual por año, la pobreza se eliminaría en 150 años, lo que pone de relieve la insuficiencia de la dinámica social y en particular de las políticas de combate a la pobreza. Aún peor, el número absoluto de personas en pobreza se mantuvo casi igual en casi 98 millones en todo el periodo.” (La Jornada.4/8/23)
Dato impresionante. Nos provoca desaliento. Las cifras dadas a conocer por el CONEVAL la semana pasada, parecieran decir: vamos por el camino correcto. Pero, desgraciadamente no es así.
Morelos no tiene mucho de que presumir. En 2018, la pobreza extrema pasó de 121,100 mil personas a 166,800 en 2020. Ocupa la posición ocho de acuerdo a la tasa de la pobreza en el ranking nacional en orden ascendente. O sea, entre los últimos lugares.
Mientras tanto, los políticos morelenses intentan destruir a sus adversarios políticos sin aportar nada al combate a la pobreza. La población en situación de pobreza creció. En 2018 había 952,000 de personas y en el 2020 aumentó a más de un millón de pobres. Ese millón tiene al menos un tipo de las carencias que señala la Ley General de Desarrollo Social: Ingresos, rezago educativo por hogar; acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación, grado de cohesión social y grado de accesibilidad a carretera pavimentada.
Boltvinik apunta en su análisis que la infancia está abandonada. La mejor tajada se la llevan los mayores. Por lo que propone, con no poco sarcasmo, que en lugar de la política “por el bien de todos, primero los pobres”, sería “primero los adultos mayores”. Ya que son los viejos, los de la parte alta de la pirámide, los más beneficiados (los riquillos). Los niños y los viejos de los pobres, desafortunadamente vieron disminuida su calidad de vida.
Qué bueno que de manera solidaria se apoye a los que menos tienen. Urge replantear el combate a la pobreza. Reorientar los esfuerzos. Los gobiernos estatal y los municipales deben participar en esta lucha. No se pueden desentender del más serio de los problemas. Partidos y aspirantes a gobernar, deberían demostrar que entienden el problema y cuál sería su propuesta. Dar efectivo, para que se atiendan en las farmacias, no es solución.
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