Catedral de Santa Fe, Nuevo México. De la carroza fúnebre descendieron el féretro con pasos que parecían detenerse en el tiempo.

Recibió los honores oficiales en el Capitolio el día anterior; veintiún cañonazos resonaron. Más de 60 guardia estatales saludaron. Los ritos oficiales, también tiene sentido.

En el atrio lo esperaban 4 indios navajos Representaban a las tribus originales de Nuevo México. Inició la procesión. Los tambores navajos resonaron.

Ritual y presencia de todas las tribus indias en el Estado. Marcaban el paso de la procesión. Iniciaba, así, el ritual del adiós.

Los cánticos de los indios estremecían. Sacudían el pecho. Unos pasos adelante, al féretro, lo recibían el arzobispo John C. Wester y cinco sacerdotes.

Los rituales, son así que conducen a la creación de las religiones. (Mircea Eliade). Ritual vibrante, conmovedor. La Iglesia de la Virgen Conquistadora, patrona de Nuevo México.

Es el recinto a donde acuden cientos de personas a despedir a Bill Richardson, que dejó este mundo el 2 de septiembre. En el Retablo la Virgen de Guadalupe enseñorea la nave de la iglesia.

El Arzobispo, en la homilía, recordó al hombre que tuvo la sensibilidad de ser un buen samaritano. Al político que ayudaba a quien acudía a él buscando un apoyo, un consejo.

Las familias de los rescatados de diferentes países, con su presencia en la ceremonia, daban su testimonio. Su agradecimiento infinito. Recordó la anécdota del crucifijo que Richardson llevaba en el cuello, un regalo de su abuela.

Temiendo perderlo durante un partido de béisbol, lo guardó en su bolsillo trasero. Se barrió, llegando a la segunda base, y se le clavó en la pierna. Richardson dijo que era una señal de que su abuela le había incrustado la fe profundamente en él.

El coro de la iglesia y la orquesta de cámara, entonaron salmos que provocaban discretos sollozos. Inundaban la nave con el aleluya, el Angelicus de Cesar Frank y el Ave María de Franz Schubert. Estremecedor.

El estilo y la diplomacia de Bill, era peculiar, dijo Bill Clinton en su participación en el podium. Recordó, responsable del “Eulogy” final, recordó la capacidad de Richardson para reunirse y obtener lo que quería de líderes de naciones difíciles y complicados.

Al rescatar a rehenes americanos detenidos contra su voluntad en países no amigos y antidemocráticos, Bill decía: “Si le rascas lo suficientemente y el tiempo suficiente, casi siempre, hay una persona ahí dentro. Esa gente puede tener malas ideas y puede estar emocionalmente deformada. Pero, de vez en cuando, hacen lo correcto.

Bill Richardson lo sabía”. Así dijo el expresidente Clinton, con ojos enrojecidos, en un sentido reconocimiento a la amistad y afecto con Bill Richardson, y describiendo una misión como embajador de la ONU, para fomentar una transición democrática del poder en la República Democrática del Congo.

La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. (François Mauriac). Bill nos facilita el trabajo de recordarlo, pues construyó frases que aplicaba a sus colaboradores, amigos y familiares.

Frases contundentes, cortas, reiteradas, provocadoras, que tenían como finalidad cambiar la conversación; sacar de balance a su interlocutor. Si lo lograba, soltaba la risa echando la cabeza hacia atrás.

Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo. (Platón). El vacío se siente. La nada aparece, invisible, quieta. Doliente.

El misterio de la vida y la muerte. El tiempo pasa y no se detiene. Nos quedamos en silencio. El féretro abandona el recinto. Gente se acerca a tocarlo.

El aleluya tarda en llegar. Una ligera llovizna parece simplificar el llanto. La hermana y la viuda, de la mano del ex presidente Clinton, lo siguen hasta que desparece el féretro, tras la puerta de la carroza que lo conducirá a su nueva casa.

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