Entrar en el mundo de Bill, no fue fácil. Pero tampoco demasiado complejo. El día que lo conocí dijo, ¿tiene dinero?, No, fue la respuesta de su hermana. Rara manera de iniciar una relación familiar. Pero, iniciaba una amistad interrumpida tristemente por su partida.
Yo sabia que Bill había llegado de Coyoacán a los Estados Unidos a la edad de 12 años. También, que no habían sido fáciles los primeros años. Pero tenía el soporte de su madre, que era una auténtica guerrera cuando se trataba de apoyar o defender a sus hijos. Se forjó una carrera política exitosa. Muy temprano definió que la política era lo suyo. Y lo cumplió cabalmente.
Su energía y templanza le llevó a conquistar sus sueños. No pudo ser Presidente de los Estados Unidos porque se le atravesó Obama. Pero dio la pelea. Imposible olvidar cuando estaba en las primarias del partido demócrata por la candidatura presidencial, se enfrentan los ocho candidatos. El conductor del debate, lo sorprende distraído, y le hace una pregunta sin tener idea del tema. Obama, que estaba a su lado, le susurra “Macrina” (el huracán), con lo que le da la pauta para saber de qué se trataba y poder responder. Se inicia una amistad que el ex presidente de los EEUU, rinde homenaje, se viste con un traje negro y con palabras en un tuit sintetiza una vida de total entrega a su pasión: “Como miembro del Congreso, miembro del Gabinete,
Gobernador y Embajador (Ante la ONU), Bill Richardson fue uno de los servidores públicos más distinguidos de nuestro tiempo. Era un diplomático incansable, el tipo de defensor que traía un rayo de esperanza –y en muchos casos de libertad– a los estadounidenses detenidos en el extranjero en las circunstancias más difíciles. Agradecí sus consejos a lo largo de los años y Michelle y yo enviamos nuestro amor a su esposa Barbara y a toda su familia.”
El presidente Biden a su vez en un comunicado expresó: ”Aprovechó cada oportunidad para servir y afrontó cada nuevo desafío con alegría, decidido a hacer el mayor bien para su país, su amado Nuevo México y los estadounidenses en todo el mundo”, y agregó “Pocos han servido a nuestra nación en tantas capacidades o con tanta implacabilidad, creatividad y buen humor. Lo extrañaremos profundamente”.
Bill y yo entablamos una relación de amistad. Compartió sus vivencias, inquietudes, éxitos y sinsabores. Con una enorme empatía. Con extraordinaria facilidad entablaba contacto cercano con la gente… choferes, empleados, directivos, empresarios… no importaba el estatus.
Sentados en la orilla de la alberca, en Acapulco, intercambiábamos nuestra visiones de lo que estaba ocurriendo en política de México y de los EEUU. Escuchaba con atención y me cuestionaba sobre temas específicos. Su experiencia política era enorme y pragmática. Su manera de hacer bromas, en más de una ocasión le causo algún problema menor. Nada lo detenía. “”Es una fuerza de la naturaleza política” así lo describió el Washington Post.
Interlocutor de personajes, se ganó la amistad de varios de ellos. En sus libro “Entre Mundos” y “Negociando con tiburones”, relata sus encuentros con: Fidel Castro, Saddam Hussein, Hugo Chavez y muchos otros. En el texto comparte “Las reglas Richardson”. Una serie de recomendaciones que mucho ayudarían a los políticos de aquí y de allá.
“Siempre estaré agradecido por la oportunidad de conocerlo y trabajar estrechamente con él. Su legado perdurará con todas las personas que hoy están en mejor situación gracias a su excelente servicio. Mis pensamientos y oraciones están con Bárbara, su familia y todos los que lo amaron.” De la declaración (Statement) de Bill Clinton y Hillary.
Amaba a México y le inquietaba su futuro. México le otorgó la condecoración de la Orden Mexicana del Aguila Azteca. Distinción que otorga a extranjeros distinguidos. Su participación en la construcción del Tratado de Libre Comercio fue invaluable. Entrañable amigo. Lamentable su partida.
Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.