La guerra civil en Siria es el conflicto más mortífero del siglo XXI: casi medio millón de muertos y unas 12 millones de personas -la mitad de la población- han abandonado sus hogares. El territorio sirio es además, dentro de la geopolítica, teatro del enfrentamiento Rusia-Estados Unidos.

La conflagración bélica siria, que entró ya en su séptimo año, inició el 15 de marzo de 2011 simplemente con una manifestación política opositora en rechazo al régimen de la familia Al Assad, que lleva más de 40 años en el poder.

La manifestación fue organizada en el marco de la Primavera árabe, que llevó al derrocamiento de los presidentes de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, y de Egipto, Hosni Mubarak, con protestas a favor de la democracia en un mundo donde reínan regímenes dinásticos, despóticos y autoritarios.

La administración del presidente Bashar al Assad respondió a las protestas con actos de represión, matando a cientos de manifestantes y encarcelando a muchos más, hasta julio de 2011, cuando desertores de las fuerzas armadas anunciaron la formación del Ejército Sirio Libre (ESL), un grupo rebelde cuyo objetivo es derrocar al gobierno.

Los primeros días de combates condujeron a un conflicto armado mayor, que se agudizó con la aparición de divisiones sectarias y grupos religiosos minoritarios, principalmente sunnitas, que durante mucho tiempo estuvieron dominados por miembros de la secta alauí, de que Assad es miembro, hasta convertirse en una guerra civil.

Muchos nuevos grupos de rebeldes locales y extranjeros se han unido a las tropas del ESL contra Al Assad, incluyendo al grupo Fath al Sham (antiguo Frente al Nusra) y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), dominadas por las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), mientras que miembros del grupo armado radical Hezbolá (Partido de Dios) y fuerzas de Irán se unieron a las tropas sirias.

Las fuerzas armadas sirias perdieron fuerza en 2013, dando paso al surgimiento en junio de ese año del extremista Estado Islámico (EI) en el norte de Siria y el este de Irak, cuya brutales ejecuciones atrajeron la atención mundial. También aparecieron grupos kurdos en el norte sirio, que buscan la autonomía de las zonas bajo su control.

A petición del presidente sirio, Rusia comenzó el 30 de septiembre de 2015 ataques aéreos contra posiciones del Estado Islámico en Siria, en una campaña que ha debilitado a los yihadistas (como se denomina a los hombres más violentos y radicales del extremismo islámico), pero que Estados Unidos la considera una maniobra para apoyar al régimen sirio.

Varios Estados árabes, principalmente Turquía, Qatar y Arabia Saudita, han proporcionado armas a los grupos rebeldes en Siria, mientras que los gobiernos de Irán e Irak, así como Hezbolá, apoyan incondicionalmente las tropas leales a Al Assad.

El gobierno de Estados Unidos, al frente de Barack Obama, siempre estuvo al margen del conflicto, incluso después de que Al Assad fue acusado de usar armas químicas en 2013, pero el pasado 7 de abril, el presidente Donald Trump ordenó la primera acción militar directa contra Al Assad, desatando una serie de divergencias internacionales, que sin duda agravan el conflicto.

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