Tres horas y ningún viaje, obligaron ayer a Miguel Castañeda a detener su taxi y esperar, literalmente, sentado a que alguien requiriera de sus servicios.

Apoyado en la cornisa de una de las ventanas del Museo Morelense de Arte Popular (MMAPO), en calle Hidalgo, del Centro Histórico de Cuernavaca, con los brazos cruzados, por inercia ofrece “viaje” a los peatones que pasan frente a él.

Detuvo su unidad en la acera contraria para dejar de consumir gasolina en busca de pasaje.

En el lugar no está permitido estacionar vehículos, pero en una calle desierta de autos, negocios cerrados y escasos peatones, ¿a quién le puede incomodar un auto parado al lado izquierdo?

El conductor se sienta a la sombra a analizar más la situación que se vive, que a esperar pasajeros, porque no los hay.

Dice que salió de su casa, en la Lázaro Cárdenas a las 8:30 horas, y cuando eran más de las 11:00, no ha hecho ningún viaje, y se ríe por no llorar.

Desde la semana pasada, su cuenta se desplomó, calcula, más de un 80 por ciento y, aunque el dueño del taxi aceptó reducirle la renta, de 250 pesos diarios a sólo mil por toda la semana, no consiguió reunir la cantidad y quedó a deber la diferencia, mientras que para su familia, sólo sacó para lo necesario y, como ve las cosas, esta semana podría no ganar ni para la comida.

Dice que en Yautepec, el gobierno apoya a los taxistas con 500 pesos al mes, pero aquí, ninguna autoridad les ha ofrecido algún tipo de apoyo por la contingencia del COVID-19.

 

ANTONIETA SÁNCHEZ

antonieta.sanchez@diariodemorelos.com

 

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