La Cineteca Nacional de México abrió sus puertas el 17 de enero de 1974 con la proyección de la película El compadre Mendoza (1933), de Fernando de Fuentes, y desde ese primer momento quedaron bien asentadas su misión, visión y objetivo principal:

1) Preservación del patrimonio fílmico nacional e internacional.

2) Promoción de la cultura cinematográfica

Se construyó en uno de los Foros de los Estudios Churubusco, y en aquel entonces estaba adscrita a la Dirección de Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. La conformaban dos salas de proyección abiertas al público (Salón Rojo y Sala Fernando de Fuentes), y tenía además un área de exposiciones periódicas, una hemeroteca-biblioteca especializada, una librería, un restaurante y bóvedas de seguridad para el almacenamiento de filmes con temperatura y humedad controladas, así como un taller de mantenimiento y reparación de películas.

Una reforma administrativa de la Presidencia de la República en 1976 creó la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) y la Cineteca Nacional pasó a formar parte de ella; un año antes ya había ingresado a la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos), convirtiéndose en miembro activo en 1977, época en la que comenzó a organizar la Muestra Internacional de Cine.

El Compadre Mendoza (1933)

Perteneciente a la Trilogía de la Revolución del mismo director, que conjunta a El prisionero 13 (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1936), El compadre Mendoza retrata la compleja desventura de Rosalío Mendoza, un terrateniente con afiliaciones políticas cambiantes que, con tal de quedar bien tanto con el bando de Zapata como con el de Victoriano Huerta, prestaba su hacienda al que llegara primero, siempre de manera hospitalaria y a conveniencia, hasta que la situación se entreteje torpemente, poniendo en riesgo su vida y la de su familia.

El filme toma su premisa del cuento del mismo nombre, escrito por Mauricio Magdaleno, y fue adaptado a libreto cinematográfico por de Fuentes y Juan Bustillo Oro. "En términos generales, la adaptación fílmica es bastante fiel al texto original, sobre todo en cuanto al sentido profundo. Pero la película es mucho más que una mera traducción del lenguaje literario al cinematográfico".

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