La vida de Donald Trump ha estado marcada por la controversia, y uno de los episodios menos conocidos de su historial involucra a la princesa Diana. Tras su divorcio del ahora rey Carlos III en 1996, la icónica royal se convirtió en el centro de atención de muchas figuras públicas, incluido el magnate estadounidense, quien intentó acercarse a ella de manera insistente.

Durante la década de 1990, Trump y Diana coincidieron en distintos eventos sociales y benéficos. Sin embargo, tras la separación de la princesa, el empresario intensificó su interés, enviándole costosos ramos de flores a su residencia en el Palacio de Kensington.

De acuerdo con la periodista británica Selina Scott, amiga cercana de Diana, la princesa se sintió incómoda con la atención de Trump, a quien describió como “alguien indeseable”. Con cada nuevo regalo, su inquietud crecía, hasta el punto de considerar que el multimillonario la estaba acosando.

En su libro The Art of the Comeback, publicado en 1997, Trump expresó su pesar por no haber conquistado a Diana, describiéndola como "una mujer de ensueño" y asegurando que habría sido la pareja ideal para él. Sus palabras reflejaban una visión de la princesa más cercana a la de un trofeo que a la de una persona real.

Semanas después del fallecimiento de Diana, Trump participó en The Howard Stern Show, donde habló sin reservas sobre su atracción por ella. Durante la entrevista, la describió como "de una belleza impresionante" y, cuando el presentador le preguntó si creía que podría haberla conquistado, Trump respondió con seguridad: "Creo que sí", pese a que nunca hubo señales de interés por parte de la princesa.

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