El 5 de julio de 1996, en un laboratorio de Edimburgo, Escocia, nació una oveja que marcaría un antes y un después en la historia de la biotecnología: Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Este avance revolucionó la genética y abrió un debate mundial sobre la clonación y sus implicaciones éticas.

El experimento que desafió la naturaleza

La clonación de Dolly fue llevada a cabo por el equipo del Instituto Roslin de Edimburgo, encabezado por Ian Wilmut y Keith Campbell. El proceso utilizó una técnica llamada transferencia nuclear de células somáticas.

Para lograrlo, los científicos tomaron una célula mamaria de una oveja adulta (de raza Finn Dorset) y extrajeron su núcleo, que contenía todo su material genético. Luego, insertaron este núcleo en un óvulo no fecundado al que previamente se le había eliminado su material genético. Posteriormente, se aplicó una descarga eléctrica para fusionar ambas células e iniciar el proceso de desarrollo embrionario.

Este embrión fue implantado en el útero de una oveja de raza Scottish Blackface, que sirvió como madre sustituta hasta el nacimiento de Dolly, quien genéticamente era una copia idéntica de la oveja de la que se tomó la célula original.

Un éxito con consecuencias

Dolly fue una prueba de que la clonación de mamíferos era posible, pero también mostró las dificultades y riesgos de este procedimiento. De los 277 intentos, solo uno tuvo éxito, lo que evidenciaba las bajas tasas de éxito de la clonación en ese momento.

Además, aunque parecía sana al principio, Dolly envejeció prematuramente. A los cinco años mostró signos de artritis y enfermedades propias de ovejas mucho más viejas. En 2003, a los seis años y medio, fue sacrificada debido a una infección pulmonar incurable. Esto generó preocupación sobre si la clonación aceleraba el envejecimiento de los organismos clonados.

El impacto de Dolly en la ciencia
    
El nacimiento de Dolly abrió un nuevo horizonte en la biotecnología y la medicina. Su clonación demostró que se podía reprogramar una célula adulta para generar un organismo completo, un descubrimiento clave para la medicina regenerativa.

A raíz de este experimento, se avanzó en la clonación terapéutica, que busca crear células madre para tratar enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o la insuficiencia cardíaca. También influyó en la clonación de otros animales, incluyendo vacas, perros y hasta primates.

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