A quinientos años de la caída de Cuauhnahuac, efeméride que se conmemorará el próximo 13 de abril, es fundamental hacer una reflexión en todos los campos sobre lo acontecido en el territorio que hoy conforma el estado de Morelos. Es de sobra conocido el esplendor precortesiano en estas tierras, el ser punto de partida en el proceso de evangelización de la Nueva España, indudablemente la Revolución del Sur y a su caudillo Emiliano Zapata el personaje mexicano más conocido en el mundo, el conquistador Hernán Cortés y sus múltiples facetas, entre ellas la de emprendedor y es ahí de donde se deriva el principal cultivo morelense: la caña de azúcar, la cual lleva ya casi medio milenio cosechándose en la antigua Tamoanchan, hoy no se puede entender el paisaje morelense sin el verde esmeralda de los cañaverales.
Al concluir la conquista, Cortés no se durmió en su laureles, de inmediato el guerrero mutó por un visionario empresario que no solo buscó expandir el territorio conquistado organizando nuevas expediciones, sino que obtuvo el permiso de la corona para establecer industrias, oficios, ganadería y agricultura en la Nueva España. En este último rubro pidió diversas plantas entre ellas la caña de azúcar que llegaba desde Cuba, el extremeño inquieto como era la introduce en la región de los Tuxtlas en Veracruz, después en Coyoacán donde a pesar de que la temperatura en el Valle de México era aún más cálida que hoy por no haber sido todavía deforestado el clima no fue idóneo para el nuevo cultivo, casi simultáneamente intenta en las tierras de su marquesado instalando el primer ingenio de la América continental en Tlaltenango al norte de Cuernavaca, en las tierras morelenses la caña encontró el hábitat por excelencia, gracias a la calidad de la tierra, el clima y el agua en abundancia. Se inició así una periodo de esplendor y prosperidad que corrió de la segunda década del siglo XVI a la primera década del siglo XX, pues se erigieron en el pequeño pero rico territorio poco más de 30 haciendas con sus respectivas fábricas o ingenios azucareros, una muestra de esta prosperidad constante fue la construcción a principios del siglo XX de la Hacienda de Chinameca, única construida en el siglo pasado y sitio del martirio del Caudillo del Sur.
La abundancia azucarera se consolidó a lo largo del virreinato, se sostuvo en el convulso siglo XIX a pesar de guerras civiles, extranjeras, asonadas e incidentes como los de las matanzas de San Vicente y Chiconcuac, fue tal la riqueza cañera local antes de decretarse la creación del estado de Morelos, que el Estado de México procuró no perder a los Valles de Cuernavaca y Amilpas, y el de Guerrero los quiso para sí. Incluso al momento de determinar cuál sería la capital de Morelos, se decidió a Cuernavaca como tal, para restar influencia a los poderosos hacendados cañeros de la zona de Cuautla.
Con el Porfiriato, Morelos se consolidó gracias a la caña de azúcar en una potencia industrial, llegó a ser en algún momento tercer productor mundial, el azúcar morelense fue galardonada en Paris en 1907 y en la zafra de 1908/09 precisamente en la Hacienda de Zacatepec se estableció una marca histórica a nivel nacional. La Revolución del Sur, reivindicó los derechos del campesinado mexicano, pero el precio fue muy alto, las haciendas fueron quemadas y destruidas y el estado de Morelos jamás volvió a ser una potencia industrial, hoy en día solo subsisten dos ingenios morelenses, el de Casasano y el de Zacatepec.
La visión social del general Cárdenas lo llevó a concebir a su llegada a la Presidencia de la República un proyecto que no solo fuera modelo para la industria azucarera nacional sino que materializara los derechos, la buena ventura y el espíritu de los veteranos zapatistas y es así como en febrero de 1938 nace en el casco de la antigua hacienda el Ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec, con una zona de abasto de tres mil hectáreas y 5,400 campesinos convertidos en productores, se estableció a su vez un esquema de cooperativa entre obreros y campesinos. A partir de entonces y a pesar las naturales pugnas políticas como fueron por ejemplo los enfrentamientos de Rubén Jaramillo con gerentes o gobernadores lo que al final lo empujaron a su rebelión y muerte, se comenzó a labrar una historia de éxito en la que es hasta hoy la más relevante agroindustria morelense. Entre las décadas de los cuarentas y setentas Zacatepec siempre estuvo entre los primeros cinco ingenios con mayor producción en México, su bonanza no solo se tradujo en ser uno de los principales productores azucareros del país, sino en la propia conformación también en 1938 del municipio de Zacatepec con las tierras de las antiguas Haciendas de Zacatepec, San Nicolás y la comunidad indígena de Tetelpa, también con la creación de su legendario equipo de su futbol, su estadio, el Tecnológico de Zacatepec, la clínica del IMSS y
El campo experimental dependiente de la Secretaría de Agricultura, hay incluso un chiste que es verdad él cual dice que cuando el ingenio paga, a los pocos minutos se nota en los mercados de Jojutla y Zacatepec.
El ingenio también se ha levantado de momentos difíciles como la quiebra en 1991, ha pasado del ámbito público al privado, ha estado en manos de grandes capitanes de empresa como los recientemente fallecidos don Pablo e Israel Brener, propietarios también de la fábrica de cartuchos en Ocotepec, donde siempre se condujeron con un magnifico sentido social. Actualmente lo opera con éxito Beta San Miguel, principal productor de azúcar en México.
Hace días conversaba con el Ingeniero Alfredo Salazar Ortiz gerente del Ingenio de Zacatepec desde hace poco más de un mes, es un hombre joven pero con más de 30 años de experiencia en la industria, para fortuna de todos es morelense y cuenta con una enorme cualidad: su interés por la historia de Morelos y de México, tanto así que al terminar nuestra charla me sentí reconfortado cuando concluyó diciéndome que a pesar de ser hoy el ingenio una empresa privada, por los antecedentes históricos del propio ingenio y del medio milenio de presencia de la caña de azúcar en Morelos, el ingenio nunca podrá desvincularse de su sentido y misión social entre la gente del campo morelense.
El ingenio es parte fundamental de la vida de los morelenses, no solo a nivel económico sino cultural y personal, tanto así que somos muchos los que no nos acostumbramos todavía a no ver más la imponente silueta de su “chacuaco” derribado tras los daños del sismo de 2017 otra de sus momentos difíciles, concluyo haciendo votos por una larga vida al Ingenio Emiliano Zapata, garante de estabilidad económica y paz social en Morelos.
Por: Roberto Abe Camil / opinion@diariodemorelos.com
