El 16 de enero de 1903 se fundó el Banco de Morelos, Sociedad Anónima, con la finalidad de realizar toda clase de operaciones bancarias, especialmente la de emisión de papel mo neda en el Estado de Morelos, estableciendo su casa matriz en Cuernavaca, en la esquina de Arteaga y Matamoros.
Al regresar al poder Porfirio Díaz, en diciembre de 1884, nombró como secretario de Hacienda a José Yves Limantour quien manejó hábilmente las finanzas públicas. La inversión extranjera se incrementó y el país se industrializó. México aparecía ante el mundo como un país próspero, el milagro financiero era una realidad; los mercados internacionales se disputaban el papel mexicano y nuestra plata circulaba como moneda dura. En 1895, México obtuvo el primer superávit en su historia independiente.
Fue el 19 de marzo de 1897, cuando el flamante secretario de hacienda, Limantour, dio a luz a una de sus creaciones más importantes; La Ley General de Instituciones de Crédito, con la que se empezó a vigilar con mayor rigor a las instituciones de bancarias y se establecieron las bases para la emisión de billetes. Esta ley vino a favorecer la creación de multitud de Bancos de Emisión en los estados.
Así pues, en 1903 la Secretaría de Hacienda otorgó a los señores S. Robert y Meyran Donnadieu, M Bellon, Valeriano Salcedo, Florencio Sánchez, José Díaz e Ignacio Robles, representados por el Sr. Lic. Pedro S. de Azcué, la concesión para establecer el Banco de Morelos, S. A., durante 30 años. Contaba con un capital social de un millón de pesos, divididos en 10 mil acciones.
Por ser el primer banco que se establecía en el estado gozaría de exenciones y disminuciones de impuestos durante 25 años y se le autorizó establecer una sucursal en Acapulco, Guerrero. Los funcionarios públicos tanto estatales como federales no podían ser miembros del consejo de administración, ni gerentes del banco o de alguna sucursal.
El Banco de Morelos, S.A., pronto empezó a emitir papel moneda en denominaciones de 5, 10, 20, 50, 100 y 500 pesos, decorados con hermosas alegorías, que circularon principalmente en los estados de Morelos y Guerrero. Estos billetes eran elaborados en Nueva York por el American Bank Note Co.
Al renunciar Porfirio Díaz a la presidencia de la República el 25 de mayo de 1911, la situación financiera del país no se alteró. Cabe señalar que el 11 de junio, de ese mismo año, desde un balcón del edificio del Banco de Morelos, Francisco I. Madero acompañado de su esposa presenció el desfile que las tropas zapatistas realizaron en Cuernavaca.
Al llegar al poder Victoriano Huerta, en febrero de 1913, su gobierno tuvo serios problemas para obtener recursos para mantenerse en el poder y combatir la revolución.
El clandestino flujo de monedas de plata hacia el extranjero y su atesoramiento produjo escasez de medios de cambio en la economía y se desató la especulación, el agio y el crecimiento acelerado de los precios.
Ante la imposibilidad de obtener préstamos y apoyos del extranjero, Huerta obtuvo poderes ilimitados para emitir billetes, se apropió de gran parte de las reservas metálicas de los bancos prohibiéndoles canjear sus billetes por moneda metálica. Ante los rumores de que se cobraría un impuesto de guerra de 15 por ciento sobre los depósitos bancarios, centenares de personas acudieron a los bancos a retirar sus depósitos en plata.
El pánico se apoderó de la gente, la cartera se volvió difícil de cobrar, las operaciones bancarias se redujeron considerablemente. Sólo los bancos más grandes ubicados en la capital de la República, estuvieron en condiciones de seguir operando. La mayor parte de los bancos estatales quedaron en la ruina, entre ellos el Banco de Morelos, S.A.
Al terminar la revolución, el edificio del Banco de Morelos fue ocupado por el Banco Nacional de México.
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