Juan Alvarado, ¡justicia..! A la llegada de Ramón Castro Castro como obispo a la Diócesis de Cuernavaca, entre sus primeras acciones reacomodó según su percepción, conveniencias y decisiones, a casi todos sus sacerdotes por distintos rumbos de la Entidad... Por aquí y por allá fueron esparcidos los curas que con los anteriores prelados obispales habían tenido cercanía, lo mismo en Catedral con su Casa Obispal, que en las parroquias más relevantes o modestas de Cuernavaca y otros lugares, junto con los llamados santuarios, por la trascendencia que tienen entre la feligresía y su control, más las aportaciones económicas para la Diócesis, la Mitra Mexicana y el Vaticano... Con buena trayectoria, el padre Luis Millán luego de ser Vicario de Catedral fue enviado por los rumbos de la Parroquia de San Antón... Lo mismo le ocurrió a su buen compañero de trabajo y vida, el padre Juan Alvarado, quien fuera responsable del manejo económico de la Diócesis removido a la Parroquia de Yautepec, donde cumplió con toda calma, paciencia, sapiencia y prudencia... Más que pronto Castro Castro tuvo que removerlo por cierta recomendación de la representación de Roma en México, para ser instalado en la Parroquia de San José, conocida como El Calvario en Cuernavaca, desde donde cumple otras responsabilidades en carácter de Fiscal Eclesiástico, lo cual equivale a ser el canónigo que debe atender asuntos de legalidad eclesial, por lo correspondiente a la estructura humana de la Iglesia Católica en Morelos, lo cual lleva de inmediato a pensar en asuntos tenebrosos como el de los curas pederastas... Saludos al padre Luis y al padre Juan, quienes me hacen recordar nuestra gran relación con uno de los más carismáticos obispos que ha tenido la Diócesis de Cuernavaca en los últimos tiempos, ¡don Luis Reinoso Cervantes..! ¡Amén!

Vándalos y vándalas... ¡Protegidos e impunes! Desde siempre, los del Gobierno han tenido sus grupos de choque para contener, combatir y abatir todo lo que pueda significar brotes de inconformidad por parte de los sometidos habitantes... En el caso del Gobierno de México, los mayores y más sanguinarios de estos grupos en poco más de 50 años, son el nunca bien recordado Batallón Olimpia, cuya “hazaña” quedó de manifiesto la Noche Triste del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco... El otro igual o peor, fue el de los llamados Halcones, cuyos integrantes de corte militar armados con pértigas, salieron a golpear estudiantes manifestantes, acompañantes y transeúntes, la jornada sangrienta del jueves de Corpus en junio de 1971, por los rumbos de San Cosme y la Alameda Central... Antes, desde entonces y siempre hemos sabido de la existencia de esos tenebrosos grupos que hoy tienen en los llamados “vándalos y anarquistas” integrados por centenas de encapuchados, mandados por sus manipuladores desde sus espacios “anónimos” de Gobierno y Poder, para golpear, maltratar, pintarrajear, incendiar, lanzar bombas molotov, gases, romper barreras, puertas, ventanas, muros y cristales; penetrar y saquear negocios, oficinas, edificios y empresas, con saldo de heridos y hasta muertos, sin que les pase absolutamente nada, salvo alguna simulación como ocurrió recientemente por los rumbos de Zacatenco en el IPN, donde fueron detenidos una veintena de vándalos, quienes de inmediato y por órdenes de una Pelafustana que ahí apareció, todos fueron puestos en libertad... ¡Encubrimiento, impunidad y omisión, son las características que ayer como ahora, prohíja y protege el Gobierno con sus becados y serviles para ser viles! ¡Hasta mañana que será un día más..!
 

Por: Pablo Rubén Villalobos / pablorubenvillalobosh@hotmail.com

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