Equivalentes a las “rutas” de Cuernavaca y el interior del estado, en nuestro país las tarifas del transporte urbano son generalmente más baratas que en Morelos. Dependen de varios factores, como las distancias y el poder económico de los usuarios, pero en la mayoría de los casos son más bajas que aquí. En la zona fronteriza del norte del país –Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Ensenada, etc–., donde la tarifa general es 12 pesos y el salario mínimo ronda los 380, en Morelos la tarifa más baja es de diez pesos y el salario mínimo salario general de cerca de 250 pesos. Dicho llanamente, según el sapo es la pedrada, aunque hay excepciones. Es el caso de Colima, donde un año atrás entró en vigor el aumento a la tarifa y quedó en 12 pesos. Pero si una golondrina no hace verano, en Colima y otras entidades con salarios iguales a Morelos sí ha subido la tarifa, pero con la diferencia de que los microbuses y camionetas tipo vam son de modelos recientes, no carcachas como sucede en Morelos, infestadas las calles de rutas de modelos viejos.
El tema vuelve a cobrar relevancia por la rebeldía de los concesionarios de rutas que la semana anterior rechazaron la posible sustitución de sus carcachas por microbuses eléctricos. La realidad es que, tratándose por ahora solamente de una idea, antes que otra cosa los permisionarios del llamado Sistema de Transporte Colectivo (STC) deben renovar el parque vehicular, sacando de circulación las carcachas y metiendo combis y microbuses nuevos. Por lo pronto, planteando solamente la idea de introducir microbuses eléctricos, miles de usuarios están ganando tiempo, quedando nuevamente suspendido el “tarifazo” …
Mil veces contada, esta historia comenzó cuarenta y seis años atrás. Los usuarios de Cuernavaca y municipios aledaños estaban hartos de que los permisionarios del transporte urbano subieran las tarifas cada vez que les daba la gana. Creadas como el STC por el entonces gobernador Lauro Ortega Martínez, una parte de las concesiones fue sorteada entre choferes de taxis en el entonces cine Ocampo y hoy Teatro de la Ciudad, otra fue adjudicada a permisionarios de los antiguos autobuses de servicio urbano de pasajeros y una tajada del pastel fue regalada a las dirigencias de la CTM y el SNTE que así fundaron las rutas obrera y escolar.
De 40 centavos que costaba un pasaje en las postrimerías de los años cincuenta y 45 en los sesenta, escaló a 50, 60 y 70 centavos. Cinco años después llegó a $ 1.50, como consecuencia de la primera devaluación del peso en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez. Se acercaba el final de los ochenta cuando el pulpo camionero dio la última boqueada. Databa de fines de los setenta, monopolizado por el zar del transporte, Jesús Escudero, un multimillonario con autobuses de pasaje urbano en Acapulco y gente, se decía, del cacique del priismo guerrerense Rubén Figueroa Figueroa. En Morelos, Escudero les compró autobuses y concesiones a los dueños de las líneas de camiones urbanos y suburbanos Chapultepec, Urbanos y Emiliano Zapata. Mucho más acá, la gobernadora Margarita González Saravia fue clara. Dijo que no habrá aumento de tarifas en el SCT, las rutas, pues. Y remachó advirtiendo que cualquier discusión sobre un ajuste a la tarifa está condicionada a la modernización de las unidades. Más claro solo el agua: primero combis y microbuses nuevos, y luego la posibilidad del incremento tarifario. Esto en respuesta a la Federación Auténtica del Transporte (FAT) que lleva meses intentando una tarifa de hasta catorce pesos… (Me leen mañana).
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