Delicado de salud fue reportado el automovilista al que por poco matan pobladores de Xoxocotla, el sábado. Quemado el coche que manejaba, luego nada se supo sobre si evolucionó o no. Pero sí que en el momento de la barbarie casi lo matan a golpes, furiosa la multitud que se agolpó en la carretera Alpuyeca-Jojutla a la altura del balneario Apotla, donde poco antes el automovilista había atropellado a dos lugareños que se desplazaban en mototaxi, matando a uno y lesionando a otro. Rescatado el cafre por elementos de la Policía Morelos que se hallaban cerca del sitio del atropellamiento, fue porque pasaban providencialmente por ahí o fueron llamados al 911. Más tarde, en las redes sociales trascendió que conducía ebrio y trabaja en la Secretaría de Obras Públicas de Cuernavaca… Conocidos los xoxocotlenses por su carácter bravío, ladino, desparpajado, en Morelos se cuenta más de una historia que los pinta de cuerpo entero. El domingo 23 de enero de 1989, dos grupos se disputaban el puesto de ayudante municipal. El bloque mayoritario estaba en contra del candidato del a la sazón alcalde Ignacio Pichardo Carrillo. Los ánimos se caldearon, tuvo que entrar al pueblo la Policía Rural, hubo dos muertitos y el director de la corporación, Venustiano Vázquez Vázquez, fue cesado y puesto preso en la desaparecida Penitenciaría de Atlacomulco. La mañana siguiente, el gobernador Antonio Riva Palacio salió de la Casa de Gobierno rumbo a Xoxocotla, sin escolta, acompañado únicamente por su ayudante “Chucho” al que ordenó dejara su arma en la Casa de Gobierno. Para el mediodía que el calor hervía Riva Palacio y Jesús entraron a Xoxocotla por la calle principal, rodeados a lo largo del trayecto al pequeño zócalo por hombres y mujeres enojados, enardecidos, así que el diálogo se tornó áspero, interrumpido por los reclamos de los lugareños. Riva Palacio hizo acopio de paciencia y aguantó. Según su costumbre, los “xoxocotlos” le hablaban de “tú” al gobernador, y no le pidieron, le ordenaron voces imperativas que hiciera un recorrido por calles de la población, caminando todos con el sol pegando a plomo. De regreso al zocalito, Riva Palacio pudo al fin consensuar un acuerdo: habría una nueva elección de ayudante municipal, y los deudos de los difuntos serían indemnizados. Uno de los xoxocotlenses caídos bajo las balas de la Rural era un joven hijo de Armando Soriano, y éste, uno de los líderes tradicionales de la comunidad. Las indemnizaciones fueron negociadas en el marco del proceso de la fundación de Partido de la Revolución Democrática, uno de cuyos participantes en la creación de la naciente organización política, Pedro Velázquez Vivas, intervino en el acuerdo para el pago de la reparación de los daños… La siguiente anécdota ilustra el peculiar modo de ser de los xoxocotlenses: cierto fuereño pasó por el tramo carretero donde años después pondrían “topes”. Atropelló un cerdo con su camioneta, bajó del vehículo y en un santiamén se vio rodeado por un grupo de lugareños con caras de pocos amigos. El dueño de la camioneta aceptó pagar el marrano, lo hizo y le ordenó a su empleado que lo subiera a la batea para llevárselo, puesto que ya era suyo. Pero en ese momento lo detuvo un paisano, aclarándole: “Pagates el cuerpo, no el alma”, y el sujeto de la camioneta tuvo que retirarse sin el animalito… CON el tiempo el caso del magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jorge Camero Ocampo, podría ser incluso “anecdótico”. Por estos días se volvió famoso, suspendido del cargo por ser presuntamente todo un corruptazo dados los “milagritos” que le han colgado. Entre otros, que el Consejo Federal de la Judicatura le detectó “inconsistencias graves en sus finanzas”, lo cual lo insinúa como un súper tranza. Tiene una casa en Paseos del Pedregal de CDMX con valor de 17.8 millones de pesos, la cual pagó de contado pero no puso a su nombre; que, a propósito de la cuenta bancaria sospechocista que le detectaron, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador: “Tengo entendido de que se trata de un depósito de 80 millones de pesos”. Cosas públicamente conocidas pues la última semana han estado en los medios. Pero lo que muy pocos saben aquí es que Camero Ocampo es un abogado egresado de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. En nuestra máxima casa de estudios cursó la licenciatura en derecho, de 1984 a 1988, y se tituló con la tesis “La necesidad del recurso de queja en el proceso mercantil”. El dato está en el fichero el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito. Y también éste: que el ahora ex magistrado fue actuario y secretario del Juzgado Primero de Distrito en el Estado de Morelos. Algo que no honra precisamente a nuestra entidad… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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