Hoy, al asedio de coronavirus Dios mediante muy pronto romperemos, como dentro de poco celebraremos que José María Morelos y Pavón rompió el sitio de Cuautla. Logrado por el genio y la valentía del Generalísimo y sus hombres después de 73 días del cerco de los soldados realistas de Félix María Calleja, mucho se ha scrito a propósito de aquellos dos meses de resistencia de los insurgentes, pero muy poco sobre lo que pasó después del rompimiento de la población que estuvo sitiada. Las primeras víctimas de la tenacidad de Morelos y sus soldados fueron el Virrey Venegas, depuesto del cargo en marzo de 1813 y relevado por el propio Calleja, que también sería despojado del cargo sin haber podido detener las campañas de Morelos…

La vida de “Paloma” (Julissa) ya no sería igual después de conocer al “Estilos” (Óscar Chávez) en la película “Los Caifanes” (1967). Trata de una noche con pintas de degenerar en un “reventón” que al final no lo es, sino de travesuras inocentes, topados por la casualidad cuatro jóvenes proletarios con una pareja de novios “fresa”, “Jaime” (Enrique Álvarez Félix) y “Paloma” (Julissa), que son pillados fajando en el coche del “Estilos”, el jefe del cuarteto de muchachos de condición popular. Atrevida la chica guapa, vestida a la última moda, dispuesta a la aventura de lo desconocido, al contrario de su galán bonito que se muestra reticente por lo que pueden hacerles los cuatro sujetos de condición proletaria. Sergio Jiménez es “El Capitán Gato”, Óscar Chávez “El Estilos”, Ernesto Gómez Cruz “El Azteca” y Eduardo López Rojas “El “Mazacote”. Los apodos no pueden ser más descriptivos: astuto El Gato, gordo y mal hecho El Mazacote, de rasgos indígenas El Azteca y elástico El Estilos, el guapo del cuarteto que además canta y es un caballero. Los seis se desplazan por la ciudad en un vehículo de la época con trompa de jeep y habitáculo de coche tipo sedán, apretados, ruidosos. Jaime insiste en que deben retirarse cuanto antes, pero Paloma se resiste una y otra vez. Al final las cosas no irán más allá de la travesura de ponerle un brasier a la estatua de La Diana Cazadora y, ya de madrugada, la ocurrencia de jugar “un rayo” (rato) metiéndose el sexteto en los ataúdes de una funeraria solitaria a la que toman por asalto. El estreno de Los Caifanes fue un éxito de taquilla, y en Cuernavaca hasta hoy evocada por damas y varones de aquella época. Julissa venía con frecuencia, o tenía casa aquí como tantas personas famosas de entonces, así que algunos locales solíamos verla con la admiración natural que despertaban las chavas guapas, pero hasta ahí. Quién sabe si la bella Julissa ya andaba de novia con el cantante Benny Ibarra, pero lo que sí, que por esos días o poco después los muchachos proletarios de Cuernavaca odiamos al vocalista del grupo rocanrolero “Los Yaqui”. No entendíamos cómo podía tener una novia tan guapa como Julissa si él era más feo que pegarle a Dios. Dientón, flaco, desgarbado pero de cierta manera carismático, Benny vociferaba un rock and rol “agresivo”, al contrario del otro vocalista de la misma banda, José Luis Gazcón, con sus baladas románticas “Teresa” y “Cenizas” que sonaron fuerte pero no tanto ni durante mucho tiempo como años después resonaría en el eco de México la voz de Óscar Chávez con las notas lánguidas y las palabras sentidas de “Por ti”. Es la canción con la que fue recordado el Caifán Mayor, la mañana de junio de 2021 en mero Palacio Nacional, horas después de perder la última batalla contra el maldito coronavirus en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE. Fue esa una de esas veces que uno no puede evitar pensar: ¿por qué mueren personas buenas, y en cambio sobrevive gente mala como los sicarios, secuestradores, violadores, feminicidas?.. (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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