En 1979-80, los usuarios de Cuernavaca y municipios aledaños estaban hartos de que los permisionarios del transporte urbano subieran las tarifas cada vez que les daba la gana. Entonces un joven veinteañero, al actual secretario del Transporte le consta “la tradición” de que transportistas estaban amafiados con funcionarios corruptos. De los 40 centavos que costaba un pasaje en las postrimerías de los años cincuenta y los 45 centavos en los sesenta, a finales de esa década escaló a 50, 60 y 70 centavos, y cinco años después ya era de 1.50 como consecuencia de la primera devaluación del peso en el gobierno 1970-76 de Luis Echeverría Álvarez, hoy día, un anciano de 99 años. Se acercaba el final de los ochenta cuando murió el llamado pulpo camionero que databa de fines de los setenta, monopolizado por quien era considerado zar del transporte, el desaparecido Jesús Escudero, un transportista multimillonario que tenía autobuses de pasaje urbano en Acapulco y gente, se decía, del cacique del priismo guerrerense Rubén Figueroa Figueroa. Siendo uno de los permisionarios más fuertes de la empresa Flecha Roja, Escudero les compró autobuses y concesiones en Cuernavaca a los dueños de las líneas de camiones urbanos y suburbanos Chapultepec, Urbanos y Emiliano Zapata. Hoy que las “rutas” están cumpliendo 34 años, es porque en 1987 fueron creadas como el Sistema de Transporte Colectivo por el entonces gobernador Lauro Ortega Martínez, y sorteada en el otrora cine Ocampo una parte de las concesiones entre choferes de taxis, otras a permisionarios de los antiguos autobuses de servicio urbano de pasajeros y asignadas directamente unas más a las dirigencias de la CTM y el SNTE para la creación de las llamadas rutas obrera y escolar. Choferes de taxis y autobuses urbanos repentinamente convertidos en concesionarios empezaron a trabajar con lo primero que hallaron a la mano: coches a manera de taxis “peseros”, como había en el Distrito Federal de aquellos días, viejos la mayoría, y combis seminuevas que los usuarios aceptaron de buen talante. Sin embargo, tras el deceso del pulpo camionero poco tardó en nacer el monstruo rutero, vendidas las concesiones por ex taxistas que no supieron manejar el negocio, acaparadas por flotilleros voraces, distribuido el botín entre presidentes de rutas y revividos los permisos del ex monopolio de Escudero. Pero lo peor: ya no con uno sino con varios interlocutores ante el gobierno y parecidos o iguales vicios, explotados laboralmente los choferes que hasta la fecha cubren jornadas de más de ocho horas sin prestación laboral alguna en un servicio de tercer mundo soportado por niños y adultos que viajan apiñados en microbuses y combis mayormente de modelos atrasados. Si aquellos dueños de rutas prometieron “mejorar el servicio”, también los de ahora, pero, supuestamente condicionado el aumento de tarifas a la renovación de unidades, no han cumplido… ni cumplirán. Evidente el juego de valores entendidos, mentir es su naturaleza. Aurelio Carmona Sandoval, presidente de la agrupación Rutas Unidas, hace cuentas alegres, asegura que nomás el 10 por ciento de las unidades que operan en la zona metropolitana se encuentran en mal estado, por lo que deben ser reparadas antes del 31 de diciembre. Reparadas, pues, mas no cambiadas por nuevas… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 


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