De todo lo que ayer describí sobre los presuntos trabajos que buscan ratificar o, en su caso, rectificar el Programa de Ordenamiento Ecológico Regional del Estado de Morelos (POEREM) del 2011, se desprende que poco o nada ha servido “el trabajo” de Valentino Sorani, responsable del Laboratorio Interdisciplinario de Sistemas de Información Geográfico del Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, pues durante los últimos 20 años, si no es que más, se la ha pasado haciendo lo mismo, simulando.

Y es que resulta increíble pensar que un académico de la talla de Sorani –por cierto muy cercano a su colega hoy prófugo de la ley, Topiltzin Contreras MacBeath, ex Secretario de Desarrollo Sustentable– no haya caído en la cuenta de que los diversos instrumentos de planeación territorial propuestos por él desde hace más de 20 años, no sólo no estén siendo aplicados adecuadamente sino que incluso, frente a los inmensos retos ambientales que enfrenta la entidad, siga tan campante proponiendo la revisión y análisis del POEREM para este año 2022, después de que hace 10 años, en el 2011, este equipo de académicos propuso, esencialmente lo mismo, para la planeación del territorio, que al principio del presente siglo, por ahí de los años 2001 y 2002, Es decir 22 años proponiendo lo mismo.

La actualización de estos instrumentos de planeación territorial nos cuestan mucho dinero a los morelenses, y todavía más la falta de ética de numerosos académicos que, junto con varios seudo ambientalistas, se han aprovechado de esta condición y han querido “pintar” de verde al Estado, al grado de que ya se menciona que dejó de llamarse Morelos para hoy ser “Norelos”. Lo más grave de esta situación no sería haber “pintado” de verde al Estado o intentar hacerlo, sino que en ese intento, fallido y absurdo, han ocasionado un deterioro severo al medio ambiente y los recursos naturales y cancelado un número muy importante de inversiones para la entidad.

Como se pudo constatar en el Taller de Agenda Ambiental celebrado el 4 de mayo en el Auditorio de Panchimalco en Jojutla, los indicadores ambientales de Morelos son muy graves: todos los cuerpos de agua superficiales contaminados. El río Apatlaco sigue siendo uno de los más contaminados del país. Los acuíferos con presiones importantes, los ecosistemas forestales sustituidos aceleradamente por la frontera agropecuaria y ésta, a su vez, por el crecimiento de la mancha urbana incontrolable, producto de la venta ilegal de la tierra, tanto ejidal como comunal; tala clandestina, cacería furtiva, calidad del aire en deterioro, crisis de basura y otros.

En tanto, Sorani firma acuerdos para hacer lo mismo de siempre y actualizar el POEREM en el 2022 para que, en otros 10 años más, los académicos de siempre vuelvan a vender la idea de los ordenamientos territoriales y que es mejor “pintar” de verde a Morelos aunque todo siga igual, seguramente, peor, y las condiciones de vida de los y las morelenses continúen su acelerado deterioro.

Dicho con todo respeto, 30 distinguidas personas con la mejor de las voluntades no pueden y no son representantes de 300 mil personas de las regiones sur y poniente de la entidad. Son risibles los talleres y foros donde participan “cuatro” personas, bien intencionadas, pero que no son, ni de lejos, los representantes de los sectores económicos más importantes de esta entidad.

Sorani y su equipo de siempre tendrían que ir a donde se trabaja de a de veras, a los pueblos, comunidades, barrios, colonias, oficinas, negocios, centrales empresariales, a platicar y dialogar en sus lugares de origen. En fin, cambiar la dinámica, salirse del “librito”, intentar algo diferente, dejar de lado los formalismos de los tiempos institucionales y regresar a la lógica de promover el desarrollo de la entidad en sus comunidades, ejidos, barrios y pueblos; no desde la cabecera municipal y menos desde la capital. El Estado se construye allá, no acá.

Cualquiera de estos instrumentos de planeación del territorio, ya sean urbanos, ecológicos, municipales, metropolitanos o estatales, sin políticas públicas claras, sin presupuestos, sin instituciones municipales, estatales y federales sólidas, sin personal calificado, seguirán sin servir para nada. (Me leen después)

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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