El tema se repite cada año por estas fechas: la dificultad de la administración de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) para cubrir el pago de aguinaldo a maestros y trabajadores administrativos, presagia el desastre de pensiones que cada día se aproxima más y más. Si el origen de la falta de capacidad de pago del aguinaldo se debe a que unos 200 trabajadores y docentes “adelantaron” su jubilación y esto desfalcó las finanzas de la UAEM, el asunto es menor frente a la bomba de tiempo que significa la abultada carga de jubilaciones y pensiones. Enorme, el conflicto financiero no es exclusivo de la máxima casa de estudios de nuestra entidad. Gobiernos municipales enfrentan aludes de laudos por incumplimiento de compromisos contractuales, gobiernos estatales –incluido Morelos– están en la guillotina de las jubilaciones y pensiones. Si a la carga normal de esta prestación se suma el hecho de que hay profesionistas –médicos, licenciados, ingenieros, maestros y maestras, entre otros– que perciben doble y hasta triple pensión por estar dentro de los regímenes del IMSS y del ISSSTE o alguna universidad, tenemos como resultado el lastre que significa para el erario público el cumplir con esta prestación consagrada en el artículo 123. Otros pensionados de la “clase dorada” salieron de la política y del sistema de justicia. La lista inició con los ex presidentes, ex magistrados, ex senadores y un largo etcétera. De ser un derecho del sector laboral, las pensiones pasaron a ser un privilegio del poder político y burocrático a costillas de los contribuyentes. Comparado con el sector empresarial –la de aquellos empresarios con responsabilidad social y ética, que escasean–, las pensiones se otorgan por auténtico servicio otorgado a una organización. En el caso del sector público y político, suele ser suficiente el servilismo al poderoso en turno… Raquítico afore. Las pensiones que los trabajadores de la “generación Afore” obtendrán al momento de su retiro serán equivalentes a una cuarta parte de los ingresos que percibían mientras se encontraban en activo. De acuerdo con los cálculos de especialistas consultados, con la contribución actual del 6.5 por ciento, en el mejor de los casos para un asalariado promedio podría dar lugar a una tasa de reemplazo de sólo 26 por ciento. Dicho en cristiano, para que un trabajador con una cuenta de ahorro para el retiro obtenga una pensión de al menos 50 por ciento de su último salario es necesario que la contribución obligatoria pase del 6.5 por ciento a 13 o 18, como mínimo. Así, en ese aspecto las Afores andan por la calle de la amargura y los trabajadores deben aplicarse a fondo, si no quieren vivir su ancianidad con la cuarta parte de sus ingresos de cuando estaban activos. O sea, el futuro pinta desalentador en términos de pensiones y la cosa podría empeorar más pronto de lo que se cree. Según especialistas, será en el 2021 cuando empiece el trámite de retiro para la generación Afore. Sólo 33 por ciento de la población económicamente activa cotiza a la seguridad social obligatoria, es decir, siete de cada  diez mexicanos no cuenta con el mecanismo básico de ahorro para el retiro mientras para los otros tres el ahorro automático (el que se le descuenta de la nómina) en la Afore podría no ser suficiente. Éstos tendrán una pensión ‘tradicional’ y deberán ajustarse solamente a lo que hayan ahorrado en su cuenta individual en la Afore. Entre los cambios que se esperan, ante el paupérrimo rendimiento de las Afores está el previsible aumento en la edad de retiro para que trabajadoras y  trabajadores puedan seguir ahorrando antes de jubilarse. Habrá una generación de “adictos al trabajo forzado”, porque lo ahorrado no será suficiente para dejar de trabajar y un mayor índice de autoempleo y de negocios informales, aunque éstos último son la alternativa desde hace mínimo 40 años para miles de jubilados y pensionados. La raquítica expectativa del ahorro para el retiro nos la explican algunas cifras, frías,  y la contribución que realiza el trabajador mexicano a su cuenta individual de ahorro para el retiro. El bajísimo porcentaje del Afore mexicano implica una severa pérdida de calidad de vida en la etapa de retiro. Dicen los que saben: incluso, con las jubilaciones adelantadas, al momento de la jubilación pueden quedar todavía muchos años por vivir… y el gran riesgo de que el ahorro no sea suficiente para preservar un nivel de vida decoroso... (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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