Temprana la mañana de ayer, el fiscal Uriel Carmona Gándara debió estarse acicalando para comparecer ante el pleno del Congreso Estatal. Poco después, dos hombres y una mujer fueron atacados a balazos en un taller de radiadores ubicado en el costado de la carretera federal Cuernavaca-Acapulco, a la altura del Polvorín. En minutos la nota estaba en las redes sociales. Por enésima vez se repitió el modus operandi, letal, infalible, impune. Llegaron dos sicarios en un Tsuru blanco. Abrieron fuego. Les pegaron tiros en el tórax y la cara. Murieron. Y de nueva cuenta, la deducción del cobro del derecho de piso en este y más casos innumerables, tantos que los lectores de nota roja hace meses que perdieron la cuenta. Según coincidió la Fiscalía General del Estado (FGE) en otro evento, es la extorsión la línea de investigación de la agresión a balazos al matrimonio de la boutique en la colonia Cantarranas, la tarde del martes. Ella falleció y él resultó herido… Limitada la FGE a contar los muertos e iniciar investigaciones que muy rara vez concluyen con las aprehensiones de los homicidas, en parte ello explica la impunidad. Pero menos mal que para el combate a la inseguridad existe una estrategia coordinada de los tres niveles de gobierno. Y no de ahora, sino hace tres meses, según afirmó a mediados de enero el comisionado de Seguridad Pública, vicealmirante José Antonio Ortiz Guarneros. Lo malo para la población es que la delincuencia no se enteró de la declaración tan optimista del vicealmirante Ortiz. O que lo desestimó, de la misma manera que el fiscal Carmona presta oídos de artillero a las voces que llevan tiempo aconsejándole que renuncie, pues no ha podido con el paquete de la procuración de justicia. Un día antes de su comparecencia, la diputada Dalila Morales Sandoval le mandó decir en los medios: “Lo que apremia al Poder Legislativo son, efectivamente, los resultados que no se han dado a la ciudadanía de las averiguaciones que se están haciendo, sobre todo en el tema de peculado de exfuncionarios del Poder Legislativo”. La priista Rosalina Mazari Espín fue contundente: “Es una realidad que tenemos que ser sensibles y conscientes de que, si una autoridad no está dando resultados, ese funcionario se tiene que remover, así lo hayan puesto por ocho o nueve años”. Y en esas siguen… UN cachito de historia: En noviembre de 1911, un año después del estallido de la Revolución Mexicana, las diferencias entre el presidente Francisco I. Madero y el general Emiliano Zapata estaban en su punto más alto. El 26 de ese mes el Caudillo del Sur había decidido salir de Morelos, luego de que el presidente Madero le pidió que dejara las armas y que sería respetada su vida pero, desconfiado como era, se indignó y tomó camino con sus hombres hacia Cerro Prieto, para internase en la sierra poblana. Llegó a Ayoxuxtla y provocó gran temor entre los habitantes de la pequeña comunidad. En esos días se hizo el Plan de Ayala. En Ayoxuxtla estuvieron el profesor Otilio Montaño, los generales Trinidad Ruiz y Jesús Morales, Emigdio Marmolejo y el hermano mayor de Emiliano, Eufemio Zapata, quienes sobre una mesa rústica en un jacal que hacía las veces de presidencia auxiliar del pueblo redactaron el “articulado”. El día 28, concluida la redacción del plan que se había iniciado en Tepalcingo y en la comunidad de El Limón, en la sierra de Huautla, mandó reunir a todos. Dice la versión no confirmada, pero muy a modo del mito zapatista que el Jefe les gritó a sus hombres: “¡Ésos que no tengan miedo, pasen a firmar!”. En dicho Plan, los zapatistas llamaban a las armas para recuperar la propiedad de las tierras. Para ello el Plan sostiene que los campesinos deben presentar sus títulos de propiedad, los cuales en su mayoría eran de tipo comunal y tenían origen en los calpullis de tiempos de los aztecas y confirmadas en el virreinato. Estos títulos habían sido declarados sin valor bajo las condiciones de la Ley Lerdo, que formaba parte de las Leyes de Reforma, por lo que en el aspecto legal había sido fácil el despojo de tierras que los comuneros no trabajaban. El Plan de Ayala fue firmado por Emiliano Zapata, Otilio Montaño y todo su Estado Mayor. Fue publicado el 15 de diciembre en el periódico Diario del Hogar de la Ciudad de México, el único medio informativo que manejaba notas y editoriales a favor de la causa zapatista. Ocho años más tarde, el 10 de abril de 1919 Zapata sería asesinado en la hacienda de Chinameca. Hace un siglo… (Me leen después). 

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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