La realidad sustenta la pregunta. ¿De 2018 a la fecha ha mejorado la seguridad de los morelenses? No. Los números corresponden al reporte del Secretariado Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Con una tendencia al alza, en nuestra entidad se han cometido dos mil 935 homicidios dolosos. En enero de 2019, cuando se instaló la llamada mesa de seguridad estatal, desde su primer año de operar fue incapaz de detener los asesinatos que alcanzaron 911, 31.5% más de los 693 en 2018. En 2020, la suspensión de actividades por causa de la pandemia disminuyó los homicidios dolosos en 12% con respecto al año anterior. Pero en 2021, los registros de homicidios dolosos en Morelos fueron mil 35, es decir, un incremento de casi 30% respecto del año anterior y 113% en relación a los 480 asesinatos perpetrados en 2015.

¿O lo que sucede es que el Gobierno del Estado “tiene otros datos”?

Algo de historia: En la Sierra de Zempoala, en Huitzilac, Morelos, y Ocuilan, Estado de México, el paraje Ocoyotongo de cien hectáreas fue devastado por talamontes. Se encuentra a cinco kilómetros de las lagunas de Zempoala, una “zona de ingobernabilidad” así consideradas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Hasta no hace más de veinte años, este paraje estaba cubierto por bosques de oyamel que paulatinamente fueron cortados por hombres de la comunidad de San Juan Atzingo.

El dato ilustra el comentario. La gente de Cuernavaca tiene hoy día menos agua, y esta es otra de las consecuencias funestas de la desforestación. Dos terceras partes del agua que consumimos los mexicanos provienen de los bosques y las selvas. Pero la desaparición de esos ecosistemas agrava la escasez del vital líquido e incrementa la erosión del suelo por efectos del viento y la lluvia que propician deslaves de tierra e inundaciones en las partes bajas.

Uno más: la pérdida del hábitat ocasionada por la desforestación es la principal causa de la extinción de especies, puesto que los bosques y las selvas son los ecosistemas terrestres más diversos. Este hecho se agrava en México donde, al ser uno de los países con mayor diversidad biológica pues alberga 10 de cada 100 especies conocidas, una gran cantidad de especies de plantas, hongos, mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces que representan el 4.5 por ciento de todas las especies conocidas en México se encuentran en peligro real de desaparecer.

La contundencia de las cifras de este que es un problema de extrema gravedad para el mundo y México, ilustra la realidad de Huitzilac.

Aunque hace años ya, los lugareños aún recuerdan dos eventos que por fortuna y extrañamente no pasaron a mayores. En noviembre de 2004, un grupo de talamontes le arrebató a elementos de la Policía Preventiva del Estado un camión cargado de madera fresca que los uniformados acababan de detectar en el bosque. Pocos días después, un agente del Ministerio Público y tres agentes de la Policía Ministerial fueron apaleados por una banda de presuntos robacoches que amenazaron con matarlos.

En la secuela de ambos “incidentes”, el trienio 2006-2009 registró la resistencia del entonces presidente municipal Rafael Vargas Zavala, para que miembros de corporaciones policíacas de otros lugares entraran al territorio de Huitzilac.

El alcalde defendió a los talamontes, “porque la gente no tiene otra cosa en qué trabajar”, pero al mismo tiempo la rebeldía frente al Gobierno Estatal facilitó que la delincuencia de la comunidad tuvieran un santuario de impunidad… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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