Lo que queda de la planta de Nissan en Civac cerrará definitivamente en 2026, pero ya existen empresas automotrices, industriales y comerciales interesadas en adquirir una parte o la totalidad del predio de 40 hectáreas. Así lo informó el secretario de Desarrollo Económico, Víctor Sánchez Trujillo, quien precisó que, aunque las solicitudes han sido informales, se tiene una lista de interesados.
Sánchez Trujillo explicó que algunas de las propuestas provienen del ramo automotriz, mientras que otras buscan transformar el terreno en un desarrollo comercial. “También se nos han acercado para proponer que el desarrollo no sea necesariamente industrial, sino comercial, porque esa parte se ha convertido en una zona urbana, como hemos visto con las plazas comerciales que están en los alrededores”, señaló. Hasta hoy, así están las cosas.
De alguna manera, el origen de esta historia se remonta a hace seis décadas, cuando comenzó a operar la planta de coches japoneses en Civac. La historia: “La Dasun”, sin la “t”, fue como la primera generación de obreros de Nissan llamó al modelo Blue Bird. Antes de que iniciara la ensambladora de automóviles, los trabajadores fueron capacitados en un departamento ubicado en el primer piso del edificio Benedicto Ruiz, por la entrada del número 17 de la calle Miguel Hidalgo. Armando el pequeño vehículo cuyo nombre aludía a un poético “pájaro azul”, comenzó la producción de autos compactos en la planta japonesa de Civac, en una época en la que nueve de cada diez automóviles en México eran estadounidenses, grandes, de seis y ocho cilindros.
Esta parte de la historia de Morelos, cuya industrialización quedó inconclusa, se convirtió con el tiempo en anécdota. Los ejecutivos del país del sol naciente que asistieron a la ceremonia de colocación de la primera piedra obsequiaron perlas al historiador Valentín López González, al empresario Raúl Iragorri Aranda y al entonces gobernador Emilio Rivapalacio Morales. Este último designó a Iragorri como responsable del grupo empresarial Fomento Industrial y Fomento Turístico.
Testigo de los acontecimientos que dieron origen a Civac, López González —quien falleció el 10 de septiembre de 2006— relataba que el gobernador Rivapalacio, licenciado en Economía e ingeniero agrónomo, había sido oficial mayor de la Presidencia de la República con Adolfo López Mateos. En mayo de 1964, se preparaba para asumir la gubernatura de Morelos. En aquella época, cuando comenzaba la temporada de lluvias, la recaudación de impuestos se desplomaba: los agricultores destinaban su dinero a la compra de semillas, y las zafras mantenían ocupados a los ingenios de Zacatepec, Oacalco, Casasano y Cocoyotla.
El dinero no llegaba a la Tesorería estatal, por lo que urgía crear un polo de desarrollo que generara una derrama económica permanente, con fábricas que ofrecieran empleos semanales y empresas que pagaran impuestos. Rivapalacio decidió enfrentar el problema de fondo y concibió la solución: fundar un parque industrial. Con el apoyo de economistas del Banco Nacional de México —que más tarde administrarían el fideicomiso de la nueva zona fabril—, pronto llegaron las primeras inversiones, entre ellas la de Nissan Mexicana.
En 1965, el embajador de Japón en México, junto con autoridades estatales y federales, encabezó la colocación de la primera piedra con la que comenzó la construcción de la primera planta de Nissan Mexicana fuera de Japón. El 12 de mayo de 1966 se celebró el inicio de operaciones de su primer centro de manufactura: la planta de Civac, la misma que hubiera seguido creciendo de no ser porque, en 1982, la planta de Nissan en Aguascalientes duplicó su capacidad de producción. (Me leen mañana).

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