Municipios indígenas a mucho orgullo los tres, Xooxocotla, Coatetelco y Hueyapan son de los treinta y cuatro que ya firmaron el convenio del mando único policial con el Ejecutivo Estatal… sin tener policías propias.  El último fue Tepalcingo, este fin de semana, para ello reunidos el comisionado de seguridad, José Ortiz Guarneros, y el alcalde Alfredo Sánchez Vélez, quien ratificó el propósito difícil, por no decir imposible, de que las familias de esa localidad –y de todas, añadiría el columnista– tengan tranquilidad. Aparte de Tepalcingo falta Cuernavaca, ni más ni menos la capital que, según el censo de 2010, con 338,650 habitantes concentra poco más de la cuarta parte de la población morelense y además es la sede de los tres poderes. Atorada la firma del convenio capitalino, ha estado así por la necedad del cártel de políticos fuereños que ni la Policía de Tránsito le quieren dejar al alcalde Antonio Villalobos, o sea, a los cuernavacenses… DE acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional, “una circulación anticiclónica mantendrá la onda de calor en gran parte de la República Mexicana, con temperaturas diurnas calurosas a muy calurosas”. Lo cual en “cristiano” quiere decir que en Morelos seguirán las temperaturas cercanas a los 40 grados o más en comunidades del sur de la entidad como Xicatlacotla, enclavada en la selva caducifolia del municipio de Tlaquiltenango. Y aquí perdón por el “breviario cultural”: Yendo más allá de los termómetros, no es sólo el calor, son también las consecuencias globales del cambio climático: altas temperaturas, huracanes cada vez más grandes y poderosos que por estos días poco tardarán en comenzar a hacerse sentir, deshielos en los polos, el aumento del nivel del mar y el inusual calor en Morelos,  incluso a veces más intenso que en Acapulco. También están la depredación de los bosques por los incendios, el fantasma de las contingencias ambientales en el Valle de México, inundaciones de ríos. Un escenario de alcances apocalípticos que se presenta este y continuará los años por venir. En medio del bochorno de la canícula, hay que revisar las consecuencias de años por maltratar a la Naturaleza y desperdiciar sus recursos. No es que la gente se ponga catastrofistas, sabida y reconocida una realidad ominosa que mueve a la reflexión y al actuar para no heredarles un páramo ominoso, contaminado, a quienes habitarán el planeta en los próximos años. El calorón es un período más o menos prolongado, en exceso cálido que puede ser también muy húmedo, lo que parece raro ya que el propio calor atmosférico hace que la humedad se condense formando nubes con lo que disminuye el calor atmosférico. Se le conoce como “calor” de condensación al ser en parte absorbido por las nubes. (El término “canícula” denota el fenómeno general de una ola de calor y deriva del italiano “canicola” –perra de pequeño tamaño– aplicado a la estrella Sirio, de la constelación del Can, cuya elevación en el cielo nocturno del Hemisferio Norte coincide con la época de más calor). Por lo general, los climas secos sufren mayor cantidad e intensidad de olas de calor que los climas húmedos, debido a que la mayor cantidad de agua atmosférica –bien sea en forma de vapor de agua o del agua que forma las nubes en los climas más húmedos– ayuda a regular las temperaturas atmosféricas. Además, las olas de calor provocan severos aumentos en el consumo de electricidad, por el uso de aparatos de aire acondicionado, lo cual puede generar fallos en el suministro de electricidad y ello agrava el problema. Todavía con mayor frecuencia, el masivo consumo de electricidad va acompañado por un descenso de la producción hidroeléctrica, ya que la sequía reduce considerablemente la capacidad de las represas destinadas a producir el fluido eléctrico. Una más: si la ola de calor se produce durante una sequía, la vegetación muerta contribuye al incendio forestal que, como en el caso recurrente de una quema agrícola descontrolada, una simple colilla de cigarro o una botella de vidrio haciendo de “lupa” con los rayos del sol pueden ser los detonadores de incendios que consumen miles de hectáreas de pastos, hierbas y árboles con todo y su fauna. El horno: Para ejemplo local, tenemos que en Tlaquiltenango suelen registrarse las temperaturas más altas en las temporadas de estiaje, por lo que la población se debe poner las pilas para prevenir los golpes de calor y las infecciones gastrointestinales, sobre todo en bebés y ancianos. En este municipio, que es el de mayor extensión territorial y específicamente en la comunidad de Xicatlacotla donde se encuentra la estación climatológica, el termómetro ha llegado hasta los 41 grados… (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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